ROTA Y ENTERA

El Señor nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas tus fuerzas. Las palabras que digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.







jueves, 22 de octubre de 2015

"Mi alma se consume deseando continuamente tus mandamientos".

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La gracia que nos da el Señor, sobre todo en la confesión es como un velo transparente que nos cubre. Cuando la recibimos estamos ávidos de ella. Nos sentimos renovados y llenos de fuerza, siempre que la confesión haya sido auténtica, meditada, y hecha de verdad, desde lo profundo de nuestra alma; creedme si os digo, que esto es harto complicado, por muy fácil que parezca. Una vez recibimos ese velo transparente esa gracia nos empuja a hacer las cosas mejor, a intentar no defraudar al Señor, pero llega un momento que comenzamos a rasgar el velo, y esto yo lo asemejo a cuando te pones una camisa limpia y te echas una mancha, luego es fácil decir, bueno si la tengo que lavar aunque me caiga otra que más da. Con el pecado es igual, entras en un círculo vicioso que te hace girar sobre ti mismo sin darte cuenta de la mano que tiende el Señor, acabas rompiendo el velo y en muchas ocasiones te desanimas, porque quizás se rompe siempre por lo mismo, y otras veces te justificas diciendo que para ti es casi imposible poder contra ese pecado; es ciertos para nosotros es imposible, con nuestras solas fuerzas, somos inútiles. Lo que se nos olvida es que es el Señor el que nos da esa fortaleza pero pocas veces nos abandonamos en sus brazos y confiamos ciegamente en Él.

Es posible romper ese círculo vicioso del que os he hablado, así lo he experimentado yo no hace mucho, y aunque soy la más torpe quizás y la menos indicada para hablar, hay veces que el Señor te ilumina de una forma u otra y te hace ver el camino correcto. Ahora estoy en una nueva fase en mi vida espiritual y me gusta mucho, es la primera vez que siento que estoy afianzando mi relación con Él, le siento cerca llore o ríe, y es el nombre que más tengo en mi boca. Solamente a Él le confío lo más profundo de mi ser, porque al final es el único que nos comprende porque ha modelado nuestro corazón. Nuestro camino de encuentro con el Señor se produce en una lucha continua de nosotros y nuestra concupiscencia Queremos seguirlo pero somos infieles, no debemos bajar la guardia