Vivimos en el mundo de las apariencias y crecemos y nos educamos pensando en lo que nos gusta proyectar en los demás y también nos tomamos la licencia de querer convertir a los demás en personas a nuestra medida. Así hacemos con Jesús, lo acomodamos a nuestros intereses y deseamos tenerlo presente cuándo y cómo queremos. La fidelidad no es el fuerte de esta sociedad. No nos atamos a nada porque requiere un compromiso y huimos de ello.
Hoy venía por la carretera pensando en todo esto, y de repente me he quedado mirando el amanecer, era precioso contemplar como el astro sol luchaba por salir. En ese preciso momento la Hermana Glenda cantaba un salmo precioso que decía "Tú eres mi lámpara, Tú alumbras mis tinieblas". Ojalá siempre lo sienta mi luz, y no deje que esa lámpara se apague en mi interior.
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