ROTA Y ENTERA

El Señor nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas tus fuerzas. Las palabras que digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.







martes, 28 de mayo de 2013

La Cruz

Desde que el otro día, un compañero en clase, hizo una pregunta al aire, yo creo que más bien intentando buscar el mismo una explicación racional, sobre, ¿por qué era necesario que Dios enviara a su Hijo a morir de forma tan violenta en la cruz? ¿Si Dios es todo poderoso, por qué no podía simplemente decir que todos estábamos salvados?
No creo que sea una pregunta simple, sino más bien compleja, y que cualquier cristiano deberíamos hacernos en algún momento de nuestro crecimiento espiritual como personas. Es más creo que debe de ser una pregunta obligada para encontrar ese pilar fundamental que sustenta nuestra fe.
Desde que Adán quiso ser Dios y lo desobedeció, haciendo que la humanidad entera quedara esclava del pecado, el hombre no ha sido consciente del yugo que sobre su cabeza se posaba. Es cierto, Dios omnipotente, tenía en su mano el poder de salvarnos como Él quisiera, ¿pero qué hubiera conseguido si lo hubiera hecho con un simple golpe de su mano, de una forma tan simple pero a la vez poderosa? Si creemos firmemente que el es nuestro Padre, ¿cuál es la forma que tiene un padre cualquiera de enseñarle a su hijo como debe comportarse y cuál es el mejor ejemplo para ese hijo? El Padre debe enseñar con ejemplo, empezando con el suyo propio, el comportamiento correcto de su vida.
            Dios, en su infinito e inmensurable amor, quiso concedernos la salvación del propio pecado y quiso rescatarnos de la muerte, para ello, en lugar de mover su dedo poderoso, envío a su Hijo, su propio Hijo, dándonos muestras de su infinito amor. Con ello además, quería que tuviéramos un ejemplo de cómo debía ser la vida de las personas, sólo demostrando cómo se ama, podía enseñarnos amar; solo demostrando cómo se vive, podía enseñarnos a vivir; solo demostrándonos cómo se renuncia al pecado, podía enseñarnos a decir que no a él.
            Es verdad, que hasta el más mínimo detalle de su vida estaba orquestado en un plan divino superior, que muchas veces se nos escapa de nuestra percepción: la encarnación en el seno de una virgen humilde, naciendo de forma humilde, viviendo de forma humilde dedicándose al servicio de los demás, y amándonos tanto que la muerte ignominiosa en la cruz, era la única forma bajar hasta el infierno, vencer a Satanás y la muerte y concedernos la vida eterna.
            Pero aún sabiendo, que los hombres son débiles, debía además dejarnos toda una serie de sacramentos que nos ayudaran a no alejarnos de Dios. Cada vez que confesamos, también nosotros vencemos al pecado, poniéndonos en sus manos, y cada vez que nos acercamos a la Eucaristía entrando en comunión con Cristo, nos da las fuerzas que nosotros no tenemos.

Ahora, sé el porqué de esa cruz, y ahora sé que mi misión es extender esta verdad entre otras personas, que aún no la conocen, y en intentar no con mi boca sino con mis obras demostrar al mundo que sí, que un cristiano convencido brilla de manera especial, y que tiene una forma de vida que se diferencia de los demás. Es muy difícil ni siquiera acercarse a la sombra de lo que fue la vida de Jesús, pero con eso ya cuenta el Padre, Él sabe y conoce mejor que nadie, ya que nos creó, de nuestra imperfección.

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