Desde que el otro día, un compañero en clase, hizo una pregunta al
aire, yo creo que más bien intentando buscar el mismo una explicación racional,
sobre, ¿por qué era necesario que Dios enviara a su Hijo a morir de forma tan
violenta en la cruz? ¿Si Dios es todo poderoso, por qué no podía simplemente
decir que todos estábamos salvados?
No creo que sea una pregunta simple, sino más bien compleja, y que
cualquier cristiano deberíamos hacernos en algún momento de nuestro crecimiento
espiritual como personas. Es más creo que debe de ser una pregunta obligada
para encontrar ese pilar fundamental que sustenta nuestra fe.
Desde que Adán quiso ser Dios y lo desobedeció, haciendo que la
humanidad entera quedara esclava del pecado, el hombre no ha sido consciente
del yugo que sobre su cabeza se posaba. Es cierto, Dios omnipotente, tenía en
su mano el poder de salvarnos como Él quisiera, ¿pero qué hubiera conseguido si
lo hubiera hecho con un simple golpe de su mano, de una forma tan simple pero a
la vez poderosa? Si creemos firmemente que el es nuestro Padre, ¿cuál es la
forma que tiene un padre cualquiera de enseñarle a su hijo como debe
comportarse y cuál es el mejor ejemplo para ese hijo? El Padre debe enseñar con
ejemplo, empezando con el suyo propio, el comportamiento correcto de su vida.
Dios, en su infinito e inmensurable
amor, quiso concedernos la salvación del propio pecado y quiso rescatarnos de
la muerte, para ello, en lugar de mover su dedo poderoso, envío a su Hijo, su
propio Hijo, dándonos muestras de su infinito amor. Con ello además, quería que
tuviéramos un ejemplo de cómo debía ser la vida de las personas, sólo
demostrando cómo se ama, podía enseñarnos amar; solo demostrando cómo se vive,
podía enseñarnos a vivir; solo demostrándonos cómo se renuncia al pecado, podía
enseñarnos a decir que no a él.
Es verdad, que hasta el más mínimo
detalle de su vida estaba orquestado en un plan divino superior, que muchas
veces se nos escapa de nuestra percepción: la encarnación en el seno de una
virgen humilde, naciendo de forma humilde, viviendo de forma humilde
dedicándose al servicio de los demás, y amándonos tanto que la muerte
ignominiosa en la cruz, era la única forma bajar hasta el infierno, vencer a
Satanás y la muerte y concedernos la vida eterna.
Pero aún sabiendo, que los hombres
son débiles, debía además dejarnos toda una serie de sacramentos que nos
ayudaran a no alejarnos de Dios. Cada vez que confesamos, también nosotros
vencemos al pecado, poniéndonos en sus manos, y cada vez que nos acercamos a la Eucaristía entrando en
comunión con Cristo, nos da las fuerzas que nosotros no tenemos.
Ahora, sé el porqué de esa cruz, y ahora sé que mi
misión es extender esta verdad entre otras personas, que aún no la conocen, y
en intentar no con mi boca sino con mis obras demostrar al mundo que sí, que un
cristiano convencido brilla de manera especial, y que tiene una forma de vida que
se diferencia de los demás. Es muy difícil ni siquiera acercarse a la sombra de
lo que fue la vida de Jesús, pero con eso ya cuenta el Padre, Él sabe y conoce mejor
que nadie, ya que nos creó, de nuestra imperfección.
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