Venía dispuesta a contaros mi meditación en la capilla de adoración permanente, en la que hace tiempo que por circunstancias no pasaba. Ahora creo que es contaré otra cosa. Podía incluirlo, junto con otros post en una sección que se llamara, las locuras con Dios. He estado un buen rato allí.
Le he contado todo aquello que me perturba, he rezado nona y un rosario, y cuando ya me iba, me he acercado al reclinatorio que enfrenta el altar, desde allí estaba casi rozando al Señor. Desde que me he empezado a acercar a Él, el latido de mi corazón se ha acelerado, es el efecto que produce sobre mí. Es como la canción esa que dice algo así como "No sé que tienes tú pero cada vez que te veo se acelera mi corazón..." Le he dicho todas mis preocupaciones, esas que a veces son aprovechadas por el maligno para intentar quitarme la paz. Y he acabado dándole las gracias por estar tan presente como esta tarde que podía sentir como consolaba mi corazón.