"El Señor puso el sol en el cielo, el Señor quiere habitar en la tiniebla"
No podía ser de otra forma, cuando iba hacia el convento unas nubes de color anaranjado se elevaban sobre el horizonte como una alabanza al Señor. "El Señor tiene su trono en el cielo; sus ojos están observando, sus pupilas examinan a los hombres" de repente he mirado arriba y allí estaban sus ojos, los del Sagrado Corazón de Jesús, observando como rezaba, y diciéndome que no estaba sola. Me he presentado ante Él, le he abierto mi corazón y me lo ha colmado de dicha y bendiciones. Me ha dicho que me ama y que me ama por lo que soy, que siempre está conmigo y que solamente tengo que abrir mi corazón de par en par. Así es Padre, cada vez soy más consciente que nadie llenará mi vida como Tú lo haces. Hoy es uno de esos días que necesitaba saber que alguien me ama tanto como para dar su vida por mí, porque nosotros seres egoístas solo concebimos el amor en la forma que nos agrada, lo queremos hacer a nuestra medida, sin sacrificios, y eso Señor, solo Tú sabes que no es AMOR.
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