Ha sido una tarde rara. Tenía muchísimo que estudiar pero era incapaz de concentrarme, me he dejado vencer por el desánimo y cuando he bajado a misa, estaba terriblemente inquieta, con desasosiego, y aunque era consciente que no estaba concentrada en los Sagrados Misterios, no era capaz tampoco de hacerlo. Solamente le pedía perdón una y otra vez, y le decía lo muchísimo que sentía no estar con él. Además pensaba, "estás aquí presente en cuerpo, muriendo por mí y salvándome una vez más, y yo inconsciente, pensando en las miles de cosas que hoy me hacía que mi mente volara y mi interior se inquietara".
Hoy era así Señor, por mucho que quería estar contigo no era capaz de darte todo mi ser. Sé que a pesar de ello siempre estás ahí, como dice el salmo de vísperas "tú eres mi refugio". Así están tus ojos misericordiosos fijándose en mí, y tus brazos, esperándome siempre para darme el último abrazo del día. Gracias por estar siempre velando por mí y perdona por no saber corresponderte de la misma forma.