Job se sentía muy pequeño, y no es de extrañar así me siento yo cada segundo ante el mundo que me rodea. Pienso en su inmensidad y me siento ínfima, si contemplo un atardecer o un amanecer caigo en la cuenta de la insignificancia de mi existencia. Todo estará aquí cuando me vaya y todo estaba aquí antes de que llegara. Cuando me rodeo de gente me siento menuda, como si mi presencia fuera invisible, es esa sensación de que nada somos a pesar de ser todo para Dios.
No paro de encontrarme este mensaje del Señor: mis planes son más elevados que tus planes, y es curioso porque antes no había caído en la cuenta de esa frase. Ahora me tropiezo con ella en muchos sitios, quizás porque sabes que llevo una temporada identificándome con Jeremías, y aunque deseo con todas mis fuerzas correr hacia el otro lado, no soy capaz, porque como dijo él: "Me sedujiste Señor, y me dejé seducir".
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