Terminamos el ciclo B muy pronto y empezaremos el Adviento, una época preciosa en la que celebramos la llegada al mundo de nuestro salvador. Ahora que termina el ciclo es sorprendente leer las lecturas de la Apocalipsis. En estos días contemplamos las visiones que Juan tuvo en el s. I d.C. , en mitad de todas esas horribles persecuciones de los romanos a los cristianos. Hoy aunque complicada es fascinante esa lectura. Suele ser una parte de la Biblia que la gente prefiere obviar, incluso dicen que Juan llegó a sentir pena en su corazón al descubrir el Juicio Final, y que se dedicó en cuerpo y alma a ser un gran transmisor de la Palabra par advertir a la gente de ese juicio.
-«Cógelo y cómetelo; al paladar será dulce como la miel, pero en el estómago sentirás ardor.»El comer el librito significa por supuesto el recibir la Palabra de Dios con fe, y esa es la enseñanza de la Palabra de Dios. ¿Por qué dice que es dulce y que a la vez produce ardor? Así es la Palabra de Dios, su revelación hay que interiorizarla y meditarla, y creerme es una tarea ardua , difícil y laboriosa. Interiorizarla para mí es aplicarla a tu vida de forma convencida para que de esa forma podamos transmitirla al mundo como verdaderos misioneros de la fe. Hay muchas personas que comienzan a estudiar la Palabra con entusiasmo, pero cuando descubren que esto se aplica a la vida diaria, y hace demandas personales, pierden interés, y llega a ser algo amargo.
No me produce ningún miedo ni siquiera curiosidad el cómo será ese Juicio Final. Solamente me interesa en la medida que es Palabra de Dios. Creo en la misericordia de Dios, demostrada a lo largo de todas las Sagradas Escrituras y llevada al extremo con la muerte y crucifixión de su Hijo Único para salvarnos. Lo demás lo dejo en la mano de la Divina Providencia, la que cada día me ha enseñado a no buscar el porqué de las cosas.
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