Yo, el Señor, tu Dios, te agarro de la diestra y te digo:
«No temas, yo mismo te auxilio.»
«No temas, yo mismo te auxilio.»
Mira, te convierto en trillo aguzado, nuevo, dentado: trillarás los
montes y los triturarás; harás paja de las colinas; los aventarás, y el
viento los arrebatará, el vendaval los dispersará; y tú te alegrarás con
el Señor, te gloriarás del Santo de Israel. (Isaías 41)
Son fascinantes las lecturas de estos días de Isaías. Lleva dos días transmitiendo algo que cualquier cristiano deberíamos tener claro, la grandeza de las personas, ¿Qué es lo lo que hay en tu vida que valoras? ¿Tu fuerza? ¿Tu posición? ¿Tu dinero? ¿Tu empleo? Hay cosas necesarias para vivir, es decir, está claro que uno necesita un empleo, pero esa no debe de sera la causa por la que te valores. Es evidente que si lo haces, si te valoras por eso, en cuanto algo de ello falle, tu vida se derrumbará. Pero si tenemos claro que nuestra grandeza no depende de nosotros, que debemos dejar hacer a Dios en nuestra vida, sabiendo que ella no nos pertenece, estaremos en el camino correcto. No importa lo grande que te creas o lo importante que seas. Solamente es importante ser grande a los ojos de Dios, para Él., todos somos iguales. Solo en Él reside la felicidad, solo Él te llena.
No sé como se ha apoderado de mi vida, pero es cierto que solo con Él me siento completa. Os pondré un ejemplo. Hoy no pensaba bajar a misa, tenía que ir a otro pueblo, no había aquí. Dos horas antes de que comenzara, ya estaba como si me faltara algo, si no puedo ir por causa justificada lo tengo más asumido, pero estar en casa pensando que podría estar en cuerpo y alma con Él me desquicia un poco. He ido, ¡Cómo no! El mejor momento del día. Ya lo dice Jesús: "Quién tengo oídos que escuche"
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