Una tarde especial con unos ángeles que nos transmiten paz y alegría a nosotros, aquellos que como ellas cariñosamente nos llaman: "A los que estáis entre rejas" Son nuestras amigas las hermanas Carmelitas. Ya tenemos una confianza con ellas, no es el primer encuentro que compartimos y disfrutamos. Alguna vez les escribo alguna carta para contarle aquello que me inquieta, nadie mejor que ellas para interceder por mí.
Es fácil pensar que son ellas a las que les falta la libertad. Hay gente que dice que impresiona las rejas que entre ellas y la gente, a mí me parecen todo lo contrario unas rejas que claman amor y liberad. Jamás he sentido que alguien transmita tanta plenitud como ellas. Sientes esa envidia sana de pensar lo gozosa que tiene que ser una vida entregada a Dios. Te dicen frases maravillosas que se te quedan en la memoria del corazón. Cada vez que atravieso esa puerta no puedo describir los sentimientos que en mi se despiertan, las veo y siento ese aroma a hogar, deseos ocultos, que antes ni siquiera entendería tener y que ahora no me sorprenden nada.
Son personas totalmente libres, no conocen las ataduras ni las esclavitudes de este mundo. Son almas libres y entregadas a Dios. Siempre salgo emocionada de allí, y pensando que sabe a poco, con muchos frutos y energía renovada. Me voy de allí con una conclusión de una de ellas ante las lecturas de la Apocalipsis de estos días: "Hay que vivir como si fuera el último día. Hacer cada acción pensando que es la última que vas a hacer por y para Dios" Amén.
Son personas totalmente libres, no conocen las ataduras ni las esclavitudes de este mundo. Son almas libres y entregadas a Dios. Siempre salgo emocionada de allí, y pensando que sabe a poco, con muchos frutos y energía renovada. Me voy de allí con una conclusión de una de ellas ante las lecturas de la Apocalipsis de estos días: "Hay que vivir como si fuera el último día. Hacer cada acción pensando que es la última que vas a hacer por y para Dios" Amén.
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