Me paso por la Capilla de Adoración Permanente a rezar
Vísperas y encontrar ese sosiego en un día largo. Estoy más cerca de la
Catedral, pero tengo esa ansia de estar en presencia de Cristo Sacramentado. Es
magnífica la luz verdadera que irradia y atraviesa todos los sentidos inundando
mi alma.
Al contemplarla mis ojos se desvían hacia la izquierda, allí
veo una imagen, bella por su humildad, jamás he contemplado nada igual. Su
desnudez te deja impresionado, jamás vi una Inmaculada tan preciosa. Con la vista
fija en ella viene a mi mente una conversación con las Carmelitas que nos
animaron a imitar en este tiempo de Adviento la vida de la Virgen en la tierra.
Desde aquí sentada contemplándola no puedo más que expresar esa admiración
profunda hacia ella:
"Oh Virgen Gloriosa, primer Sagrario de Jesucristo.
Concédeme tu humidad para entregarme a los demás. Infúndeme tu prudencia para
realizar mis actos de acuerdo con tu vida haciendo de mí, una mujer abnegada,
que solo ponga sus ojos en tu Hijo. Dame la tesón para seguirlo sin desviarme,
para que cuando reciba a Cristo Sacramentado, también sea yo, el mejor Sagrario
en el que pueda albergarse"
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