Hay a alguien a quien no puedes ocultar tu corazón, él sabe de tus agobios y tus torpezas. Soy muy hábil sabiendo ocultar mi corazón a la gente pero a Él es distinto. Muchas veces me siento enfrente de Él y le digo "¿Qué te voy a decir que no sepas?". Me pregunto cuando miro a la gente qué preocupaciones ocultan sus ojos. Nunca me gustó que me los miraran, y de hecho solo hay alguien a quién se lo permito. El Señor traspasa mis ojos y alcanza el interior de mi corazón, hoy estaba opaco, y aunque deseaba recibirlo como nunca no podemos engañarlo, o mejor dicho engañarnos, y muchas veces te sientes mejor haciendo lo que debes que lo que deseas. Hoy no paraba de repetir "Ven Señor Jesús". Y es que como tantas veces os digo, cuando empezamos a alejarnos poco a poco de Él con pequeños pasos, de repente te das cuenta que perdiste el camino, y te toca volver. Ayer leí dos cosas de San Juan Crisóstomo que me hizo pensar. Lo primero que cuanto mayor es la gracia mayor es la culpa por el pecado, y lo segundo, que el Señor nos perdona sin tener que poner al descubierto nuestras inmundicias. Mañana iré a que sane mi corazón.
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