Entramos en la tercera semana de Adviento. La tercera vela hoy era encendida en la Santa Misa, el Belén era bendecido y los niños Jesús que la gente ha querido acercar a la celebración también. Ahí está el Rey de Reyes, nacido de una mujer humilde en un establo rodeado de animales. Ayer me fijaba en las calles de la gran ciudad en esas personas sentadas en el suelo, pasando frío y pidiendo una limosna. Me acerqué a uno, echándole una moneda, y al mirarle a los ojos ni siquiera un instante, descubrí al Señor. Entonces la luz de esas hermosas bombillas que alegraban las calles me parecieron pobres al lado de esos ojos que reclamaban solidaridad y calor en una noche helada. Es esas pequeñas cosas, en las personas humildes y en los pequeños acontecimientos es donde se encuentra Jesús queriendo que lo descubramos, que lo acunemos, que lo amemos... ¡Qué pena que debamos vivir con los pies en la tierra! Vivo con la esperanza y el consuelo de saber que mi corazón se elevó allí arriba y que espera, que en estas navidades, nazca Jesús en él, y lo purifique, y lo llene de amor, y que lo haga digno de estar en su presencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario