Ayer se me olvidó que no estoy sola, ayer caí en el error de pensar que soy autosuficiente y que con mis solas fuerzas podía. Es el gran error de las personas ponernos en el lugar de Dios pensando que no nos hace falta. Entonces perdemos el equilibrio y caemos, porque somos débiles y con nuestra simple fuerza no podemos sostenernos. Cuando me he dado cuenta de que soy una simple creatura, limitada, y he aceptado el sufrimiento como parte de mi existencia, porque el Señor, el Padre, me cuida con su amor y misericordia, he recordado que no vale mi vida sino la vivo por Dios y para Dios. Hoy le digo al Señor: Señor si quieres puedes limpiarme.
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