Los martes de este año son muy complicados, ya os lo comenté la semana pasada. Los del grupo nuevo no se callan y un chico hiperactivo no para de hablar desde que comienza la clase hasta que acaba, hoy 3 horas con él. Hay clases con las que es más fácil hablar y otras con las que es muy complicado hacerlo. Los del año pasado que este año han pasado a 4 de la ESO son harina de otro costal, aunque habladores ya nos hemos hecho los unos a los otros. El otro día les hablaba mientras hacían ejercicios, de la obras de caridad, bueno a ellos no les digo esta palabra que los asusto, simplemente les decía lo gratificante que es visitar a personas que están solas o ancianos. Una alumna me dijo, "tienes que sentirte muy bien cuando te vayas a dormir, porque haces mucho bien". Entonces he pensado en el buen o mal ejemplo que los profesores somos para los alumnos, y en el bien o el mal que podemos hacer. Esta noche otra chica de esa clase me escribe y me dice que me quiere mucho y que soy especial, que le encanto como soy, y que por eso su madre me va a hacer un cojín muy bonito, me ha enviado la foto (de ahí esa imagen del búho que os he puesto).
Esta tarde también he ido a visitar a un matrimonio de la parroquia que ya son ancianos. Me ha encantado la conversación, aunque por lo visto según dicen ellos mismos, no tanto como a ellos, dice que era gratificante oírme hablar.
Ahora meditaba, y aunque parezca que todos estos piropos vayan dirigidos a mí, no es cierto, todo va dirigido al Señor que moldea mi espíritu, y me guía para ser, aunque a veces torpemente, una lucecita pequeña para los que me rodean. Sólo cuando le ignoro o paso por alto su sabiduría, es cuando me convierto en tiniebla para los otros.