Hoy el Señor nos da una lección de amor, de esa que leemos y que nos cuesta llevar a la práctica porque vemos los muchos defectos de los demás pero los nuestros siempre nos parecen nimiedades o simplemente no lo vemos. A lo mejor el listón que le pongo a la gente es demasiado alto, aunque no os creáis que el que me pongo a mí es más bajo. La perfección no existe si no es en Dios, los demás seres imperfectos buscamos en cada confesión volver a empezar y hacerlo todo bien, pero como no sabemos ponernos en manos de Dios ni confiar en su gracia que es lo único que nos hacer obrar rectamente pues volvemos a caer. Espero que un examen de conciencia diario me ayude a darme cuenta de todo aquello que no obré con amor y me haga abandonarme en sus brazos.
Mientras tanto te pido Señor que sólo me preocupe por lo que Él piensa de mí, y que siempre mi corazón concuerde con aquello que mi boca dice, porque no hay mejor Evangelio para muchos que un cristiano concienciado de serlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario