Todo vuelve a la rutina. Como digo yo siempre para asombro de muchos, es donde mejor vivo. También vuelvo a esta rutina, a la de escribir, sobre todo porque de forma egoísta me hace mucho bien hacerlo. También porque alguien me lo ha recordado varias veces este verano.
Gracias ;)
Siempre digo que aplicarse la corrección fraterna es algo que cuesta mucho, hablo de uno mismo. Durante mis muchas confesiones siempre he oído algo repetitivamente: "aquello que te callas que tanto te ha dolido y dejas como único testigo a Dios, esa humildad es lo que más vale a sus ojos"
Ya hace tiempo que vengo practicando este consejo, y no sabéis lo que reconforta hacerlo. Evitar el reproche o la discusión con una persona cuesta mucho, sientes un dolor por lo ocurrido pero al mismo tiempo, poniéndolo en sus manos, sientes una gran alegría porque has obrado con humildad y te has unido a Cristo, que te susurra, no te preocupes ninguna humillación es comparable a las que sufrí yo por salvarte; ningún dolor se asemeja al que yo sufrí cuando me creía abandonado por el Padre.
Ayer asistí a una oración maravillosa en la que se palpaba la presencia del Señor, aunque a veces nos esforzamos mucho para intentar sentir su presencia, porque lo difícil es hallarla en nuestra vida ordinaria.
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