Iba esta mañana de camino al instituto, y en la carretera he observado una bandada de pájaros que iban todos unidos en la misma dirección. Al encontrarse con un tendido de luz se han dividido, pero al momento de han unido otra vez. Eso me ha hecho meditar un poco sobre algo. Hoy es el día de San Pedro y San Pablo, dos pilares fundamentales de la Iglesia. Me fijaré en San Pedro, al que Jesús le dijo: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella". Me pongo en la piel de Pedro y en lo que debió de sentir en ese momento, ¡Qué gran responsabilidad!
¿Por qué me he acordado de esto al ver esa bandada de pájaros? Muchas veces me da la sensación que los cristianos nos unimos a las
críticas que se hacen de la Iglesia. Los enemigos de fuera siempre existirán. La lástima es que seamos, los propios hijos de la
Iglesia, los que parece que cuando decimos que la Iglesia es una, Santa, Católica
y Apostólica no estamos hablando en serio. Buscamos muchas veces lo escandaloso y pecaminoso de la Iglesia. Jamás veo en las noticias, que digan la buena labor que hace la Iglesia todos los días, no solo en el tercer mundo, sino aquí en el primero. No hablan de todas las obras de caridad que hace ni de la acción de Dios en el mundo por medio de su Iglesia, sino de los escándalos que unos pocos hacen dentro de la gran familia. Nosotros los cristianos los fomentamos muchas veces, porque ¿Consentiríamos que alguien delante de nosotros hablara mal de nuestros padres o hermanos?
Hay que amar a la Iglesia profundamente, sin olvidar que aunque sea santa, puesto que la creo Dios está formada por hombres, que somos pecadores. San Pedro, San Pablo y millares
de mártires en la historia han dado su sangre por amor a
la Iglesia, quizás no haga falta llegar hasta ese extremo pero tampoco quedarnos impasibles ante los ataques. Ojalá algún día seamos como estos pájaros de esta mañana que volaban al unísono.