ROTA Y ENTERA

El Señor nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas tus fuerzas. Las palabras que digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.







viernes, 29 de junio de 2012

Edificaré mi Iglesia

   Iba esta mañana de camino al instituto, y en la carretera he observado una bandada de pájaros que iban todos unidos en la misma dirección. Al encontrarse con un tendido de luz se han dividido, pero al momento de han unido otra vez. Eso me ha hecho meditar un poco sobre algo. Hoy es el día de San Pedro y San Pablo, dos pilares fundamentales de la Iglesia. Me fijaré en San Pedro, al que Jesús le dijo: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella". Me pongo en la piel de Pedro y en lo que debió de sentir en ese momento, ¡Qué gran responsabilidad!

   ¿Por qué me he acordado de esto al ver esa bandada de pájaros? Muchas veces me da la sensación que los cristianos nos unimos a las críticas que se hacen de la Iglesia. Los enemigos de fuera siempre existirán.  La lástima es que seamos, los propios hijos de la Iglesia, los que parece que cuando decimos que la Iglesia es una, Santa, Católica y Apostólica  no estamos hablando en serio. Buscamos muchas veces lo escandaloso y pecaminoso de la Iglesia. Jamás veo en las noticias, que digan la buena labor que hace la Iglesia todos los días, no solo en el tercer mundo, sino aquí en el primero. No hablan de todas las obras de caridad que hace ni de la acción de Dios en el mundo por medio de su Iglesia, sino de los escándalos que unos pocos hacen dentro de la gran familia. Nosotros los cristianos los fomentamos muchas veces, porque ¿Consentiríamos que alguien delante de nosotros hablara mal de nuestros padres o hermanos? 

   Hay que amar a la Iglesia profundamente, sin olvidar que aunque sea santa, puesto que la creo Dios está formada por hombres, que somos pecadores. San Pedro, San Pablo y millares de mártires en la historia han dado su sangre por amor a la Iglesia, quizás no haga falta llegar hasta ese extremo pero tampoco quedarnos impasibles ante los ataques. Ojalá algún día seamos como estos pájaros de esta mañana que volaban al unísono.

jueves, 28 de junio de 2012

¡Señor, Señor!

   No basta decir: “¡Señor, Señor!”, sino vivir de acuerdo al Evangelio. Quien se dedica solo a “escuchar” la palabra de Dios, y no hace un verdadero esfuerzo por vivirla, termina con una vida sin sentido. En cambio, quien toma el camino angosto y la puerta estrecha que conducen a la vida, encontrará la paz y la armonía interior. Y es verdad eso, una gran verdad como se suele decir, porque hoy mi paz está un poco desequilibrada, y todo porque hay días que me cuesta mucho no faltar a uno de los mandamientos más importantes de Jesús, amar a tu prójimo como a ti mismo. Cuando ante una situación concreta lo olvido, mi ánimo, mi humor y paz se difumina, y empiezo a sentir una inquietud que me cuesta quitarme de encima. A partir de entonces ya mi interior se transforma un poco, y mi mente se dispara, cosa que en mí es peligroso. Normalmente al final del día me uno a Cristo en la Sagrada Eucaristía, eso sana mis heridas; los días como hoy que algo ha alterado mi paz y no se produce este encuentro diario la inquietud tarda más en irse.
   Creo firmemente que el Evangelio no es una filosofía, sino sentir a  Jesús en tu corazón, lo que da lugar a un estilo de vida cimentado en el amor que es lo que llena nuestra existencia. Si lo cumples eres capaz de superar todos los obstáculos de la vida y permanecer en pie. De todas formas en la última confesión se me recordó que somos humanos e imperfectos, lo bueno es reconocer que fallamos, como yo hoy,y pedirle disculpas al Señor. Él nos entiende mejor que nadie, y no nos juzga, sino que nos perdona y nos alienta a seguir su camino.

martes, 26 de junio de 2012

Las Piedras del Camino

Acabo de vivir la situación más complicada en el trabajo desde que llevo ejerciendo de profesora. A pesar de intentar hacer ver a una persona su error, ella no quería verlo, justificaba lo injustificable y defendía lo indefendible. Me he quedado con ese sabor agridulce que solo el tiempo borra. 

Comenzaré por el principio. En el programa en el que yo trabajo en el instituto es especial. Es una clase reducida con niños que a pesar de trabajar no alcanzan el nivel que se exige, también niños con determinadas enfermedades o discapacidades. En este grupo entra el alumno del que hablo. Tiene una hiperactividad muy acusada y desde el principio he intentado por todos los medios que se enganche a las clases, motivarle y ayudarle. Pero poco había que hacer, no quería trabajar y eso es una condición indispensable para estar en el programa. Por esas condiciones especiales hemos intentado agotar todas las vías antes de expulsarlo del programa pero por lo visto para su madre no ha sido así. Ha venido hoy al centro, y me ha reprochado que solo iba allí a cobrar y a irme a mi casa; que no he comprendido a su hijo y que no le he prestado la atención adecuada, para terminar diciéndome que me deseaba un hijo igual.

No sé si hago el trabajo mejor que nadie, lo hago lo mejor que sé e intento dejarme la piel con cada uno de esos niños como si fuera mi hijo. Así lo llevo haciendo desde que comencé. No solo les enseño contenidos sino que los preparo para la vida, los aconsejo e incluso los consuelo. Y tengo la suerte que en sus ojos veo a Jesús todos los días. Tengo muy claro también lo que dice hoy el Evangelio: "Tratad a los demás como queréis que ellos os traten". En ningún momento he elevado el tono de voz, a pesar que ella sí, lloraba y gritaba, le he hecho entender, aunque no ha querido oír. Lo peor es que habiendo hecho más de lo que mi trabajo me exige, siempre me quedará esa sensación amarga que te deja la duda, de si estaba en mis manos hacer algo más. Menos mal que el Señor es el que dicta mis actos y mi entendimiento desde hace tiempo, y que solo Él es al que debo rendir cuentas. 

domingo, 24 de junio de 2012

¡Sálvame!

Cuantas veces he tenido la sensación que me hundía sin remedio, que la tempestad podía conmigo. Esto solo pasa cuando dejas de confiar en Dios, cuando no sientes tu fe o es tan débil que te olvidas que el Señor nunca te abandona.

Antes me pasaba mucho, ante cualquier problema me derrumbaba, me sentía abatida y creía que era incapaz de tirar para delante. Es lo mismo que los discípulos, cuantas veces ha gritado mi interior  "Señor sálvame que perezco". Ahora todo es fácil y maravillosamente distinto, aunque sienta que las olas tambalean la barca no tengo miedo de hundirme. Sé que el Señor provee y a pesar de pensar que a veces lo notamos dormido, no es así está velando día y noche por nosotros. No obstante debemos gritarle que nos salve pero con fe, y eso se hace de una forma: Orando e intimando con Él. 

Sé ciertamente que hoy como ayer, la tempestad sigue agitando mi barca, que hoy como ayer el Señor está a mi lado, está en mi barca y hace calmar mi mar interior. Hoy como ayer es Jesús solo quien puede darme verdadera paz. 


La fe en Jesucristo es la fuente de seguridad, el alma que confía su vida a Jesucristo, no a lo que el quiera que sea, tendrá verdadero descanso y nada ni nadie le quitará la paz.




No os agobiéis por el mañana




   Jesús contrapone la actitud de quien basa su vida en las cosas materiales y terrestres, con la de quien vive desprendido y confiado en la providencia de Dios. Aquellos al poner sus esperanzas e ilusiones en el mundo, tienen como resultado una vida construida sobre un castillo de arena, que pasa alguien y lo destruye, o incluso el viento se lo lleva. Sus éxitos y satisfacciones dependen de factores volátiles que no pueden controlar y se desesperan. ¿Quién puede predecir el futuro siempre incierto? 

Hay bienes tan vulnerables como la salud o el dinero, y hay otros como el amor o la amistad sincera que son difíciles de encontrar, y que cuando lo haces cuesta mantenerlos. Todos son decisivos para la felicidad humana, sin darnos cuenta que la fugacidad de la vida nos hace a unos vivir intensamente y a otros esperar sentados a que pase. Hay gente como yo, que ha compaginado las dos alternativas. Cuando mis aspiraciones eran  tan pobres que dependían del dinero, la salud, la amistad o el amor era una persona que veía pasar la vida. Si todo me iba bien, la disfrutaba, si al contrario iba mal, me sentaba a lamentarme de ella. Solo cuando he conocido a Dios he superado esa visión materialista para alcanzar, una dimensión espiritual, y por añadidura a VIVIR LA VIDA sin depender de aspiraciones banales.

   Seguir el camino de Jesús no es fácil, supone muchos sacrificios pero reporta a la vez tranquilidad, paz y verdadera alegría interior. Abandonarse en los brazos de un Padre bueno y misericordioso que nos invita a no preocuparnos de las cosas materiales es una seguridad .No  debemos negar tampoco el valor a las cosas de este mundo, pues a todos nos son necesarias. Pero si lo primero en nuestra vida son las cosas de Dios, seguiremos viviendo en el mundo, pero construyendo el Reino de los Cielos. Si ponemos nuestras esperanzas en Dios ya sabemos lo que Él nos promete: Todo lo demás se nos dará por añadidura. 

viernes, 22 de junio de 2012

Elevar el Corazón

Jesús hoy nos muestra el verdadero poder. “No atesoréis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los coman ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro allí está tu corazón"
Jesús nos invita a abrir nuestro corazón y ojos para centrar nuestra vida cotidiana en el amor, en el verdadero amor del desprendimiento, del ser solidarios, cercanos a los que están en nuestra vida, considerándolos nuestros hermanos y prójimos. Nos dice que Él nos ama y que no nos abandonará. Que no nos aferremos a las cosas materiales y no nos ceguemos por todo aquello que es pasajero, que nos aparta del camino al que Él nos invita: a vivir en comunidad y siguiendo a Cristo.
En realidad siempre elegimos lo que de alguna manera ya está en nuestro corazón. El problema que se plantea es, ¿quién está en nuestro corazón? Muchas veces tenemos nuestro corazón tan lleno por las cosas mundanas que se nos olvida lo realmente importante, llenarlo de vida. Si acabas por dejar que tu corazón se ancle en las cosas materiales, acabas por matar a tu corazón, conviriténdote en un ser inmisericorde al que todo vale. En cambio, si Cristo ya está en nuestro corazón, lo eligimos día a día, y a cada momento sentiremos que nos llenamos más de él.
Tener a Jesús en la vida es el tesoro mas grande y precioso que podamos encontrar, su amor nos basta y sobra. Ojalá que podamos descubrir en la sencillez de nuestro día ese tesoro tan rico, tan caro, tan valioso. Que así podamos llevar en nuestros ojos el reflejo de su brillo y resplandor.

martes, 19 de junio de 2012

 "Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen"



   En la vida, te das cuenta que hay personas que permanecerán contigo a tu lado, independientemente de como evoluciona tu vida y hacia donde la proyectas. Está claro que la mía ha cambiado muchísimo. Siempre había pensado que a mi vida le faltaba algo, no sabía el qué ni el porqué de esta sensación, pero así era. Salía y entraba, iba y venía pero todo por pura inercia, dejándome llevar por los acontecimientos y las personas, aunque siempre con la sensación de que no terminaba de encontrar mi sitio. Mi vida está claro que ha cambiado, el centro de ella es ahora DIOS, y en consecuencia, lo más importante para mi es la EUCARISTIA y mi rato de ORACIÓN. Sé que parece una locura pero cuando planeo algo, pienso en si ese plan puede estropear esos ratos con el Señor, si es así, me cuesta hacerlos.
   Con las personas me pasa igual, ahora todo lo veo distinto. Las conversaciones que me interesan han cambiado, las personas que me llenan también. La actitud de las personas que me rodean también ha cambiado hacia mí. Creo que me ven como una especie de bicho raro, tampoco me importa. Aunque como hoy notes que la gente murmura a tus espaldas por tu fe, te da igual, te sientes feliz. La razón es que mi corazón se ha elevado al cielo, y ha cambiado mi orden de prioridades completamente, así como las cosas que me importan o me afectan. Te tomas las cosas de otra forma. Antes mis salidas de tono eran más frecuentes, denotando una falta total de paz interior. Ahora como cristiana me enfado por supuesto y me decepciono, pero soy consciente que debo de ser consecuente con mis actos. Tengo derecho a enfadarme como todos, pero no a permanecer enfadada.

   Solo me queda una cosa, rezar. Porque tengo claro que no hay nada más maravilloso que experimentar el amor de Dios. Por eso voy a rezar mucho, por todas aquellas personas que no lo conocen, y que les pasa como a mí antes, no encuentran el sentido a sus vidas.


   El sábado asistí a una conversación en la que me entristecí mucho, y a pesar de que allí se decía que era una conversación de nivel me pareció todo lo contrario. No sentí la presencia de Jesús en esa charla, sino la mano del hombre interpretando banalmente lo que se dice en las Sagradas Escrituras. En todo momento se habló de lo que está bien y mal aparentemente, de cosas tan superficiales como el aspecto de la persona que va a misa. Pero en ningún momento se habló del interior, aquello que solo Dios conoce.

   Me fui defraudada, y con la sensación que debía de haber defendido mi postura, pero también convencida que hay veces que hay que callar, poner la otra mejilla, aunque el tortazo que te están dando te esté destrozando por dentro. Una opinión sobre mi, de una persona que no esperaba, cambió mis esquemas en unos segundos. Si tu fe es sólida aunque se pueda tambalear nada la destruye, está cimentada sobre roca firme, pero si le ocurre a una persona que no tiene ese nivel de fe, puede suponer un alejamiento de Dios. Se habló también de cumplir los mandamientos e ir a misa los domingos, que daba igual amar o no a Dios, si cumplías tu deber cristiano ibas al cielo. Me pareció un análisis triste y simplista de la fe.
Dejo mi interpretación libre, aquella que deduzco de mi escaso caminar al lado de Señor: Creó firmemente que hay que cumplir los mandamientos, para eso los dejó Dios, pero ser CRISTIANO no se reduce a eso. El que reduce su vida a eso se queda en la superficie, jamás llegará a experimentar el amor de verdad. Y es que la diferencia fundamental es que el hombre mira las apariencias, Dios solo el corazón. Cuando Jesús murió en la cruz nos demostró la verdad "No hay amor más grande que dar la vida por tus amigos", si como cristiano no puedes sentir eso en tu corazón estás muerto. 

   Nada ni nadie puede hacer que deje de sentir a Jesús en mi corazón, menos mal que una voz me lo recuerda a diario. Rezaré por esa persona para que el Señor la ilumine y cumpla su misión, ser el rostro de Dios en la tierra.

lunes, 4 de junio de 2012

¡Bendito seas Señor!

   Menudo día más maravilloso. Hoy es uno de esas noches que rezando no paraba de dar gracias a Dios, y decirle, ¡Bendito seas Señor! Es cierto que Dios está vivo, y que cada día en mi vida, me da muestras de ello. Es imposible que si no fuera así, la mía hubiese cambiado tanto en tan solo nueve meses. Creo que soy afortunada, el ejemplo vivo de que Él existe, y que hace milagros, solo tienes que confiar y abandonarte en sus brazos.

   Me he levantado a las 6.30 y hace una hora tan solo que aterrizo en casa. Tras una jornada de trabajo, un viaje Albacete, un examen que si no es por obra de Dios jamás hubiera aprobado, todo ha acabado mejor de lo que empezó. He ido a visitar a un sacerdote amigo, de esos con los que te cuesta muy poco abrirte y contarle tus anhelos más profundos y tus preocupaciones.

   La conversación ha sido enriquecedora, consoladora, pero sobre todo, sentía que no me hablaba él, sino el Señor por su boca. Me alentaba a seguir por el camino y a no desanimarme. No sé como explicarlo, pero una hora se ha pasado en una décima de segundo. He terminado con una Eucaristía, oficiada por él, en la que solo me ha puesto una condición, "Harás las Lecturas". Todo un honor para mí. El ambiente era frío por la gente que asistía, era una misa de difunto. Allí me he dado cuenta, que esa gente, era como yo no hace mucho, que iba como una mera espectadora que veía un teatro que no tenía que ver conmigo.

   En ese momento he sido consciente de lo que significa ser cristiana. Es algo simple pero a la vez complicado, reservado solo para unos pocos elegidos, entrar en intimidad con Cristo. Así me sentía yo en esa misa, "En Comunión con Cristo Sacramentado", y eso, es alcanzar la plenitud de vida, porque seguir a Jesús significa participar en su destino y entender la Revelación de Dios.