Dice Jesús que con qué se comparará el Reino de los Cielos, y y dice dos ejemplos ínfimos e insignificantes, un grano de mostaza o a la levadura que mezclamos con la harina. Tengo que confesar que la segunda me fascina, me encantaría ser levadura en la tierra. Así son las buenas obras que contribuyen a agrandar el Reino de los Cielos, humildes, pequeñas y que apenas se perciben al los ojos humanos, porque se realizan para mayor gloria de Dios.
Estamos acostumbrado al mal y es llamativo y espectacular, se hace notar, aunque parece como la gaseosa que sube mucho para luego bajar, al final se queda en nada. La noticia más horrorosa sale en todos los medios, acapara la atención internacional, pero a los días, ya nadie habla de ello. Solo la gente afectada es la que lo recuerda de por vida. ¿Qué ocurre con el bien por el contrario? No sale en los grandes titulares de la prensa, sus protagonistas no están en la tele. Suele ser algo pequeño que pasa inadvertido pero que su acción se extiende y alcanza a todos. Es como esa levadura que no se distingue de la harina al mezclarla, pero sabemos que está, cuando el bizcocho crece en ese horno, y multiplica su volumen. No hace falta hacer grandes obras sino que son las pequeñas que solo el Padre ve, las que hacemos diariamente, las que más grandes son a sus ojos.
También contribuimos al Reino de los Cielos aceptando los acontecimientos de nuestra vida, porque al final, es voluntad del Señor, aunque solo a veces Él lo entienda. Aceptando las cruces y problemas diarios sin cuestionarlos, sin dejar que nos dominen, solo cargando con ellos a nuestra espalda, eso, también es un bien que pasa inadvertido a los demás, solo Dios, lo percibirá. La acción del Señor en nuestra alma y nuestras vidas es así, callada, silenciosa pero eficaz, solo aquellos que la han experimentado, saben de lo que hablo. Es como ese grano de mostaza que se convierte en un arbusto donde anidan los pájaros.
Hoy le pido al Señor que mis acciones, mis esperanzas, mis pensamientos, es decir, que mi vida sea una alabanza a Él, y que sea capaz de contribuir , con pequeños sacrificios y ofrecimientos al Reino de los Cielos.