Ha sido un día agotador. Me he levantado a las 6.30. He trabajado todo el día. Los niños estaban en pie de guerra. Por la tarde dos reuniones, y después una tercera, esta mucho más interesante que las otras dos. El tema: Los discípulos camino de Emaús. Jamás había desentrañado ese Evangelio desde la perspectiva de la Fe:
- Procesada: (...) les explicó
lo que había sobre él en todas las Escrituras (...)
- Celebrada: (...) cuando se puso
a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la
bendición, lo partió y se lo iba dando (...)
- Vivida: (...) Y, levantándose
al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a
los Once (...)
- Rezada:(...)¿No estaba
ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en
el camino y nos explicaba las Escrituras?(...)
Es maravilloso tener el día tan ocupado, sentirte útil sabiendo que con esa pequeña santificación diaria, contribuyes al Reino de los Cielos. Pero más magnífico es, poder acabar el día con una buena meditación de un Evangelio, y una oración especial.
Gracias, Señor, por buscarme,
por no dejarme solo en el camino. Me conoces y
sabes que soy presa fácil del desánimo y a veces me cuesta mucho reconocerte en mi vida. Ilumina mi
mente y mi corazón para que sepa descubrirte y experimente
esa cercanía que me llena de paz y amor.
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