Es necesario caer para levantarse. Es necesario estar en tinieblas para ver la luz. Es necesario haber conocido el sufrimiento para apreciar la vida. Es necesario haber vivido sin fe, para conocer la importancia de Jesús en tu vida y encontrar sentido a todo. Es extraño mirar hacia atrás y ver lo que era mi vida, y lo que Cristo ha hecho con ella. Cuando te caes del caballo todo cambia. Los problemas son los mismos pero el prisma con los que los miras ha cambiado de color. No creo que una persona que no deje entrar a Cristo en su corazón llegue a conocer la plenitud en su vida.
Sigo siendo igual de torpe, seguramente cometo los mismos errores y en cuanto el egoísmo se apodera de mi y Cristo deja de ser el centro de tu vida empiezo a equivocarme. Pero reconozco mis fallos con más facilidad. enmiendo enseguida, y sé que estoy en el camino de corregirlos. Cuando algo crea una controversia y una lucha interna entre lo que más cómodo me resulta hacer y aquello que debo, entonces, me pregunto: ¿Qué haría Cristo en mi lugar? Creerme, yo es repetir esa frase en mi mente y mi actitud cambia radicalmente.
Si hay una conversión que me fascina sin duda es la de San Pablo, es claro ejemplo de que Dios no llama a los justos, sino a los pecadores y que si el amor del Señor inunda tu vida, caes rendido a sus pies y no puedes hacer nada más que seguirlo, sin cuestionar nada. ¡Qué me lo digan a mi! Quién me iba a decir que mi lugar preferido sin duda sería ahora un Iglesia, y que todos mis horarios del día girarían entorno a poder asistir a la Eucaristía y a mis momentos de oración que son imprescindibles en mi día a día.
Hay algo que no deja de fascinarme de la conversión de San Pablo. Pasó de odiar al prójimo a amarlo de corazón. Eso te pido yo, Señor, que deje de ser Saulo con el prójimo, que ame a todo el mundo por igual, con un corazón puro que traspase cualquier prejuicio.Te pido, Señor mío, que me conviertas en Pablo, y que ame tanto a mi hermano que sea capaz de dar mi vida para servirles. Así sea +.
Si hay una conversión que me fascina sin duda es la de San Pablo, es claro ejemplo de que Dios no llama a los justos, sino a los pecadores y que si el amor del Señor inunda tu vida, caes rendido a sus pies y no puedes hacer nada más que seguirlo, sin cuestionar nada. ¡Qué me lo digan a mi! Quién me iba a decir que mi lugar preferido sin duda sería ahora un Iglesia, y que todos mis horarios del día girarían entorno a poder asistir a la Eucaristía y a mis momentos de oración que son imprescindibles en mi día a día.
Hay algo que no deja de fascinarme de la conversión de San Pablo. Pasó de odiar al prójimo a amarlo de corazón. Eso te pido yo, Señor, que deje de ser Saulo con el prójimo, que ame a todo el mundo por igual, con un corazón puro que traspase cualquier prejuicio.Te pido, Señor mío, que me conviertas en Pablo, y que ame tanto a mi hermano que sea capaz de dar mi vida para servirles. Así sea +.
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