Dios
está en todos los sitios, es verdad, su omnipotencia no puede ser discutida.
También es verdad que se encuentra en nuestros corazones, con lo cual nos
acompaña en todas las circunstancias de tu vida, eso sí debes de abrirle tu
corazón. Pero hay sitios y personas con los que indudablemente la compañía de
Dios es más evidente, y donde te sientes muy cerca de él. Estoy en un lugar de
esos, donde la presencia de Dios la noto lejana y lo extraño profundamente. Me
cuesta rezar, llevo dos días sin tomar el alimento de vida y con nadie puedo conversar
de Dios.
Observo
a las personas y medito sobre en Evangelio de hoy, la gente aquí viene y va, se
les nota muy felices exteriormente, desde hace tiempo no puedo parar de
preguntarme cuando veo a alguien si conocerá a Dios, si sabrá cuál es el
sentido de su vida y el fin último de su existencia terrenal. También me
pregunto el porqué de la elección de Dios, ¿Por qué se fija en unos sí y otros
no?
Es
verdad que no hemos visto a Jesús con nuestros ojos, pero sí le hemos conocido
y le conocemos. Y no hemos escuchado su voz con nuestros oídos, pero sí que
hemos escuchado y escuchamos sus palabras cada día, porque su Palabra tiene
vida eterna. El conocimiento que la fe nos da, aunque no es sensible, es un
auténtico conocimiento, nos pone en contacto con la verdad y, por eso, nos da
la felicidad y la alegría.
Intentaré
sentir a Jesús en mi corazón, de donde nadie no nada lo puede arrancar, solo
yo. Le pediré al Señor que me dé sabiduría para entender sus designios y
humildad para aceptarlos, dándole siempre gracias por haber permitido que mis
ojos vean y mis oídos oigan, y pidiéndole que me dé la paz y serenidad
necesaria para llevar esperanza a los corazones afligidos.