¿Por qué no identificar esas hemorragias de sangre con el sufrimiento de una persona? Hoy no he querido leer el Evangelio antes de escucharlo en la Eucaristía. Hacía tiempo que no lo descubría así. Y la verdad han sido muchas sensaciones las que me ha trasmitido. Cuando sentía que la Palabra de Dios inundaba mi espíritu, lo he visto claro. ¿No era yo, como esa mujer que sangraba y se acercaba a Cristo buscando que la sanaran?
Había recurrido a todos los medios humanos para ser curada, no solo no mejoró sino que había empeorado. Una mujer con estas características se convertía en una marginada de la sociedad. Solo le bastó acercarse a Jesús con toda la fe para ser curada. Con toda convicción se acerca a Él y le toca con la mano y por su fe queda curada.
Yo también, me refugié en toda clase de cosas esperando que el sufrimiento desapareciera. Recurría a miles de cosas y me evadía en miles de lugares esperando que desapareciera el dolor, que cesara esa hemorragia. Hoy pensaba que equivocada estaba. Me he pasado muchos años buscando la felicidad y el sentido de mi vida. Hoy en esa Iglesia llena de gente, solo estaba yo con el Señor, solo allí soy feliz y solo allí mi vida ha encontrado razón de ser. Para eso necesitaba responder a su llamada con fe, y sentirle en mi corazón, sin duda la experiencia más maravillosa que nadie puede experimentar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario