ROTA Y ENTERA

El Señor nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas tus fuerzas. Las palabras que digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.







jueves, 5 de julio de 2012

¡Ánimo!

Me levanto, son las 7.50, lo justo para vestirme y salir por la puerta. Cruzo la calle, mi corazón me dirige hacia su presencia, me sorprende esta necesidad con la que me levanto. Empecé a hablar con Dios todos los días como una plegaria de ayuda y auxilio ante una situación extrema. Fui invitada por alguien a hacerlo una tarde de hace muchos meses en un lugar sin duda tocado por la mano de Dios y que extraño muchísimo. Esa persona me enseñó que no estamos solos, que el Señor nos escucha siempre, que sabe mejor que nadie lo que nos preocupa, pero es necesario que le abramos nuestro corazón para que pueda sanarlo. 

Llego a la capilla, hay muy pocas personas allí. Nada más entrar le saludo, y me pongo a darle gracias por otro nuevo día que comienza. Al lado de esa ventana los pajarillos me recuerdan lo maravilloso de la creación de Dios, todo es un puzzle  ingeniosamente creado donde cada pieza encaja a la perfección. Allí, voy leyendo el himno y los salmos muy lentos, parando en cada frase, y buscando respuestas a esa preguntas que llevo en mi mente. Le digo: "¿Lo quieres Señor?...pues yo también lo quiero". ¡Qué fascinante es la vida cuando la vives con Jesús! se transforma en una intrigante aventura donde Él es el protagonista y tú el actor secundario que se deja llevar.

Llego por fin al Evangelio, es lo que más me gusta descubrir por las mañanas, pienso: ¿Qué me querrá decir hoy? Es evidente que tiene un significado especial. Una vez más Jesús me dice que me debo preocupar por mi interior. “¡Ánimo!, hija, tus pecados, aquello que te tiene agobiada, paralizada, esclavizada, bloqueada, ya no tiene poder sobre ti”. Porque el pecado es esto, es todo aquello que nos hace actuar de manera contraria a lo que realmente somos; en vez de comportarnos como hijos de Dios, lo hacemos como esclavos.

Al acabar ese rato matinal de oración en la capilla, tan revitalizante, solo pido que el Señor me haga ver siempre mis errores, para poder recurrir sin temor a su perdón cuando lo necesite. Intentar no volver a sentir lo que antes, una vida condenada, vacía, solitaria y sin sentido, pues  lo más importante que debemos salvar es nuestro espíritu porque de lo contrario de nada te sirve saber caminar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario