Un ejercicio de confianza, un salto al vacío o un paso de fe. Eso es lo que me sugiere una de las Lecturas de hoy o el Evangelio. Dice Isaías "El Señor me ayuda, ¿Quién me condenará?. Dice el Evangelio "El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga".
El Evangelio de hoy viene muy relacionado con la lectura de Isaías . En la lectura se nos pide que confiemos en el Señor, y que no temamos a nada ni a nadie, que si sabemos que Jesús está de nuestro lado a nada vamos a temer. No nos importará condena alguna. No nos preocupará obstáculo alguno. Creo que yo más que nadie, conversa "radical" en el seguimiento a Cristo puedo ser claro ejemplo de que no hay nada de exagerado ni nada de mentira en lo que el profeta Isaías dice. Hasta hace un año he vivido siempre preocupada por el mañana y por lo de ayer. Esta actitud es difícil de corregir. Solo con Jesús en mi corazón estoy consiguiendo superar esa gran angustia diaria en la que vivía y he aprendido que solo cada décima de segundo de mi vida es lo realmente importante, y que solo Él sabe y tiene claro la razón de nuestro mañana.
Y ahí viene la prueba de fuego y el salto al vacío que nos pide Dios. Si realmente me amas y piensas que estoy aquí no temerás nada ni dudarás de nada. Nos pide que le amemos y confiemos en Él hasta el extremo. Ese extremo es lo que viene en el Evangelio de hoy, en las dificultades aceptas las tuyas sin quejarte, te abrazas a Jesús y sigues tu camino. Hay personas que la fe les viene impuesta, entonces llega un momento de su vida que ante un problema o un acontecimiento no sienten a Dios, piensan que les ha abandonado, quizás su fe solo era "una costumbre adquirida". A las personas como yo, que hemos amado a Jesús a partir de una cruz muy pesada que no podíamos llevar, que nos ha rescatado del precipicio y nos ha enseñado el camino del Calvario y como soportarlo. Esos ya sabemos que a Jesús se le ama más en las adversidades. Podemos tambalearnos, pero ya hemos tocado fondo y el nos ha rescatado cuando ni nos imaginábamos la grandeza de su amor.
Te pido Señor que sea capaz de responder en cada momento y circunstancia a la pregunta quién eres y que siempre seas Tú el que reconstruyas las partes rotas de mi alma, yendo hacia ti con mi cruz y dándote gracias por ellas.
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