ROTA Y ENTERA

El Señor nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas tus fuerzas. Las palabras que digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.







domingo, 2 de septiembre de 2012

Señor, tú me conoces

   No hay nada mejor ni más gratificante que el sentirte en paz con Dios, hoy por fin he podido confesar, ¡MAÑANA PUEDO COMULGAR! Ese gozo que siente mi corazón creo que no es comparable con nada. He llegado con la inquietud de que mi confesor habitual no estaba pero convencida que estuviera el que estuviera pensaba confesar, ya era demasiado tiempo encontrándome herida y de lo que es peor sintiendo haber herido al Señor. La alegría de hoy ha sido doble, el sacerdote habitual con el confieso ya estaba en la Iglesia. Estaba muy atareado pero a pesar de todo y al acabar la misa ha tenido tiempo para mí. Allí en un banco sentada y enfrente del Altar he podido comprobar el poder sanador y la fuerza que irradia, y los enormes beneficios de la Confesión.

   Creo firmemente que si más gente acudiera a este gran Sacramento e hiciera uso de estos grandes psicólogos que son los sacerdotes, no les haría falta pagar a nadie para que les escucharan. Me he quitado esa pesada losa que tenía encima y mañana estoy preparada para el mejor momento del día, recibir a Cristo, su cuerpo, presente en cada Eucaristía, y lo único realmente importante que allí se celebra. Jesús sacramentado que viene a recordarnos que está vivo y que se encuentra entre nosotros. 

   Me quedo con otra parte de la Eucaristía, una Homilía maravillosa, que hoy tenía un mensaje para mí: La impureza no viene del exterior sino del interior. Lo que viene de fuera no es lo que mancha a los hombres, lo que si que mancha es un mal corazón o un corazón retorcido. Podemos engañar a la gente con nuestro exterior, pero no podemos engañar a Jesús, porque el sondea y conoce nuestro interior. Me quedo con este párrafo de ese salmo tan bonito que dice: 

Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento y me levanto,
de lejos penetras mi pensamientos,
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

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