Siempre os digo que no existen las casualidades, verdad? Hoy al salir de una reunión alguien se ha acercado a mí. Siempre buscamos caer bien a la gente y a veces no nos damos cuenta de que nos importa menos, no ofender a Dios. A esa persona no le caigo muy bien, a pesar de que he puesto de mi parte, ayudándola en todo lo que ha estado a mi alcance o por lo menos es pensaba yo. Pues como iba diciendo se ha acercado a mí. Con sus palabras trataba de herirme y supongo que lo ha conseguido, me he venido un poco apesadumbrada a casa. Supongo que es fácil hacer daño cuando metes el dedo en una llaga ... Entonces, en casa, con las manos en la cocina pero la mente muy lejos, pensaba en toda esa situación, hasta el punto que me ha dicho alguien que estaba en mi mundo, demasiado pensativa. Me acordaba de la lectura de hoy, "Amarás a tu prójimo como a ti mismo", lo que decían, no existen las causalidades. En mi mente estaba Jesús, en la cruz y todas las humillaciones que padeció, y me he sincerado con Él. Le he dicho: "Señor, no soy capaz de amar como Tú, aunque te pido ese don. Quisiera amar a esa persona, pero como soy consciente de mis limitaciones, tendré un gesto con ella de amabilidad, y además la encomendaré esta noche en el rezo de vísperas. Es lo único que me veo capaz". Así lo he hecho...
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