
El Reino de Dios, ¿dónde está? ¿cómo lo acercamos a los demás? Hoy en clase los niños estaban alterados, una nueva norma les obliga cada quince días a salir al patio y recoger los papeles. De repente todos se quejaban, ¿por qué limpiar si no ensuciamos nosotros? Me he puesto seria con ellos. Les he dicho, ¿os imagináis un mundo en el que solo nos moviéramos por nuestros propios egoísmos, por aquello que solo nos beneficie a nosotros? ¿qué pasaría con toda esa gente que da su vida para atender a otros? ¿qué pasaría en Filipinas donde ahora necesitan mucha ayuda? Sabéis lo que pasaría, que estaríamos metidos en nosotros mismos, en nuestros problemas, y crearíamos un mundo horrible (suavizo la palabra que allí he usado) donde solo nuestro bienestar y nuestros problemas dominarían nuestra mente, y donde la solidaridad y la misericordia no existiría. ¿Os gustaría vivir en un mundo así?A mí desde luego no.
Siempre les recalco dos cosas que creo que son necesarias en su aprendizaje, una la de preocuparse por los demás y la otra que siempre les repito es, que no tenga en cuenta el mal del vecino, que cada uno vivimos en nuestra conciencia y respondemos de nuestros actos. Les insisto en la gratificación personal de llegar el fin del día y saber hiciste algo por amor a los demás. ¿Qué has hecho tú hoy por los demás? Cada uno respondemos de nuestros actos. de que nos sirve pensar que el otro actúa mal o te ha hecho daño y recriminarle. Cuando llegue el juicio el Señor nos preguntará ¿Cuánto amaste? A mí me gustaría contestar, tanto Señor que no me importó lo que mi prójimo me hacía, solo me movía la necesidad de hacer las cosas con una gratuidad de amor total.
No hay comentarios:
Publicar un comentario