He llegado corriendo al hospital, tenía mucha prisa porque me atendieran, a las 12 había misa en la capilla y no quería por nada perdérmela, tenía una cuenta pendiente con el Señor. Llevaba unos días esquivando su mirada. Cuando he sacado la cita de la carpeta me he dado cuenta que me había equivocado de día, y he pensado madre mía la he liado gorda. En el trabajo me había pedido las horas por el médico, cómo lo iba a justificar? Si hay algo que no llevo bien es no cumplir en mi trabajo. De repente me he puesto muy nerviosa, he pensado que era una catástrofe, es que cuando nos cegamos con algo es increíble como domina nuestra mente. Ha habido un momento, una milésima de segundo que he visto la luz, y he pensado vaya tontería ponerme así por esto Señor esto ya no tiene arreglo, que se haga tu voluntad. He hablado con la enfermera y me ha cambiado la cita me repetía una y otra vez que no podía justificarme esa falta, pero al final me ha hecho una especie de papel a mano. La verdad, es maravilloso poner tu confianza en Dios, porque te produce una calma que ninguna otra cosa te la da. Me he ido corriendo a la capilla. Ha llegado el sacerdote y he podido saldar mi cuenta con Dios. Al empezar esa Eucaristía era otra persona. Solo el Señor te devuelve todo aquello que pierdes. Solo Él.
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