Hoy es el día de nuestros difuntos, rezamos mucho por ellos, y eso que decimos muy de memoria pero con poca fe, lo de "creo en la resurrección de la carne y la vida eterna"... Nos acordamos mucho de ellos y rezamos por ellos, pensamos que lo necesitan mucho, ya sabéis, por si acaso, decimos. Creo que son ellos los que cuidan de nosotros aunque nosotros no nos cansemos de encomendarlos a ellos. Deberíamos rezar pero porque desde allí nos iluminen a nosotros. Pienso mucho en mi yaya, ella enseñó el rostro de Dios a mi madre, y mi madre, viendo que durante mucho tiempo no paraba de alejarme de Dios y no quería saber de él, a pesar de ello, me educó en los valores cristianos, sin que yo supiera que cuando ella me decía una y otra vez que no debía responder al mal con mal, solamente me enseñaba lo que Jesús le había enseñado a ella a través de la yaya. Hoy rezo junto a la yaya, no por su eterno descanso, que se lo ganó a pulso en vida con su bondad, su servicio y su entrega; rezaré porque me ayude en mi vida a ser mejor hija, mejor hermana, mejor esposa y mejor cristiana dándome la luz y la fortaleza que me falta. Al igual que mi acercamiento al Señor sé que fue por interseción suya, la tendré presente cada día para que me dé la capacidad de amor, sin medida, que ella tuvo, y para que haga mi vida tan fructífera y silenciosa como fue la suya, pasó por este mundo haciendo mucho bien sin hacer nada de ruido.
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