Cada parte de la Eucaristía, cada palabra es especial por sí sola. Es maravillosa la liturgia. Las palabras y los gestos íntimamente relacionados te sumergen en aquella noche donde sus discípulos asistían a algo que aún no eran capaces de alcanzar por su importancia y significado. Hace días que pienso en la oración final de la misa, en una concretamente que medito mucho, dice algo así como que sea la fuerza del Señor y no un sentimiento el que mueva nuestras vidas. Hoy miraba el Sagrario como tantas veces y meditaba esas palabras, la verdad es que llevan días en mi cabeza, y le decía Señor, es imposible que lo que me mueva aquí sea una puro sentimentalismo, y aunque los dos sabemos que sentimental lo soy y mucho, no me creo que un sentimiento me reviviera hace unos años. No me creo que un sentimiento haya puesto mi vida patas arriba, y no me creo que un sentimiento me mueva a encontrarme todos los días contigo, y sea el único momento del día donde realmente me encuentro plenamente feliz. Luego pensaba en lo Entera que me encuentro en ese momento, y en que siente mi interior. Intentare explicaros la mezcla de sentimientos, algunos de ellos contradictorios:
- Paz...que nace del interior tan solo con pasar a la Iglesia
- Nerviosismo... por lo que voy a vivir allí, es como cuando tienes esa primera cita con alguien y tienes ganas de darle buena impresión.
- Desnudez...cuando te das cuenta que no puedes esconderle nada pero que tampoco tienes que tener una larga conversación con él, solamente un...estoy aquí que te voy a decir que no sepas...tú lo sabes todo
- Y el que más me gusta...la euforia y la felicidad al concluir la misa..
Tengo claro que no es un sentimiento lo que me mueve pero si que es cierto que es el único capaz de mover únicamente buenos sentimientos en mí...es el único que me hace intentar ser aquello que él desea que sea.
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