ROTA Y ENTERA

El Señor nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas tus fuerzas. Las palabras que digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.







martes, 27 de marzo de 2012

Mendigar...

Había una vez un hombre que era muy pobre, se dedicaba por el día a ir de casa en casa pidiendo limosna para comer. Con su saco al hombro pedía aquello que buenamente pudieran darle. Cuando volvía a su humilde hogar vaciaba el saco encima de la mesa  y recontaba aquellas cosas que había mendigado. Un noche pensaba: "Si un día el Rey de Reyes pasara con su carroza dorada, se apiadara de mí y me otorgara toda clase de riquezas, me haría el hombre más feliz de la tierra".
Al día siguiente, mientras volvía a su casa, cuando el sol ya caía, vislumbró en el horizonte una carroza dorada rodeada de ángeles e iluminada por rayos de sol. Inmediatamente al verlo pensó lo afortunado que era, ya que sus sueños se iban a cumplir. Así que se sentó debajo de un árbol a esperar, mientras se imaginaba todas las riquezas que iba recibir.
Una vez la carroza llegó a su altura, paró y bajó el Rey de Reyes, y acercándose a él le dijo: "Tienes algo para darme". El mendigo muy sorprendido le explicó que era pobre, y que pedía para comer, pero abrió el saco y rebuscando le dio un grano de trigo; el Rey de Reyes sin decir nada se subió a su carroza y se fue.
El pobre hombre volvió abatido a casa, cuando llegó, vació el saco encima de la mesa y para su sorpresa encontró un grano de oro. Al ver esto se echó las manos a la cabeza arrepintiéndose de no haberle dado todo lo que tenía.
¿Qué es lo que esperamos del Señor y qué le damos a cambio? Nos es fácil exigirle y muy difícil hacer su voluntad. Pensamos que Dios tiene que estar a nuestro  servicio. Cuando no cumple nuestra expectativa nos quejamos. Es decir, muchas veces en lugar de alabarlo, lo utilizamos. Jesús con el Evangelio nos dejó testimonio de lo que le agrada a Dios. Por tanto, hacer lo que le agrada a Dios es vivir según Cristo, fijándonos en lo que el hizo en su vida terrena. Es entonces cuando me doy cuenta de lo complicado que es, porque el no obró en ningún momento en su beneficio, ni para aumentar su fama ni su fortuna, ni siquiera para aliviar sus sufrimientos. Se entregó completamente. Por tanto, no está mal pedir cosas a Dios, en el que creemos, pero no está bien creer en Dios porque nos conceda cosas.

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