ROTA Y ENTERA

El Señor nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas tus fuerzas. Las palabras que digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.







jueves, 31 de mayo de 2012

    
   Hoy es un día de esos que me ha dado por pensar, bueno la verdad desde ayer. A pesar de las múltiples cosas que tengo que hacer no sé porque mi mente se ha tornado en rebeldía. Es un día de esos que mis pensamientos no acompañan a mis actos, eso me hace desesperarme. Tengo esa sensación horrible, y poco caritativa que me paso lo mayor parte del tiempo haciendo las cosas que debo y no que quiero. Que no sé si vivo de la forma que me gustaría vivir o la que me marca la sociedad en la que estoy inmersa. Hay ratos que me ha parecido incluso que me faltaba el aire y me costaba respirar. Entonces, esa voz que nunca deja que me rinda me ha recordado donde residía la verdadera libertad, aquella que nadie me podrá arrebatar y que muy pocos pueden sentir.

   A pesar de eso, he seguido abatida. El problema es que a veces olvido que mi cuerpo es solo el que vive en la tierra y que mi alma y mi mente, no pertenecen a la esfera perceptible por los sentidos, sino que está en manos de Dios. Él es el único que me ofrece descanso. En días como hoy, yo misma me bloqueo, y dejo de percibir esa paz, y esa libertad imperecera. Siento que he perdido mi esencia como persona, aquella que me definía y que ahora noto muy lejos. Que amar como amo yo, es maravilloso, pero que me ha llevado a renunciar a cosas a las que no daba valor, pero que al perderlas he sido consciente de lo importante que eran para mí.

   También sé que el camino que lleva a Jesús no es el fácil, por eso muy poca gente transitamos por él, hay que renunciar a muchas cosas. Ahora cada paso que doy lo medito, y tengo en cuenta que haría Él.

miércoles, 30 de mayo de 2012

El Reflejo Celestial

Os rescataron a precio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto


La carta de San Pedro es para meditarla de forma pausada. En ella nos recuerda que la vida de las personas era algo sin sentido y pecaminosa, hasta que Jesús pagó un alto precio por rescatarnos. Cada vez que pecamos volvemos a esa inutilidad, y apartarnos de ese camino que Jesús nos marcó un día, que nos hace PERSONAS y nos hace sentirnos realizadas pero de verdad, no de forma superficial. Para que seamos conscientes de todo lo que podemos hacer, nos recuerda san Pedro, que hemos vuelto a nacer, “y no de una semilla mortal, sino de una inmortal

Un día paré y miré mi reflejo en Jesús, entregando su vida por mí, me ha liberado de la esclavitud que hacía que mi corazón corriera detrás de bienes efímeros, sintiéndome siempre insatisfecha. Me ha enseñado la finalidad de la existencia y el porqué de las tribulaciones y los acontecimientos que en esta vida terrenal vivo. Y al ser liberada puedo realizar lo que para el mundo es inútil, sin valor, y que, sin embargo, he de reconocer que llena de sentido mi existencia, seguir a CRISTO.

Dice el Apóstol: “amaos unos a otros de corazón e intensamente”. Así lo intento hacer cada día. En este mundo loco en el que vivo, hoy más que nunca, me siento absolultamente afortunada. Me he cruzado con gente, que ante la desesperación de una situación, sientes que su corazón grita auxilio. Solo puedes escucharlas y en algunos casos abrazarlas. Eso hicieron conmigo un día, y para mi significó la luz al final del túnel. A veces unos oídos atentos y unas palabras de consuelo son un mundo.

martes, 29 de mayo de 2012

Dar sin medida

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús:
-«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»

He leído el Evangelio de hoy unas cuantas veces, cada vez que lo hago descubro algún detalle nuevo que antes no he percibido. Es curioso el egoísmo que llevábamos las personas en nuestra naturaleza imperfecta. Siempre, en lo más oculto de nuestro ser, cuando damos algo, esperamos algo. Una especie de reconocimiento, por pequeño que sea, y creo que el que diga lo contrario se engaña así mismo. Así le ocurre a los discípulos, al ver que la persona rica no es capaz de renunciar a sus bienes, buscan el reconocimiento de Jesús con esa afirmación. Quieren que Jesús les agradezca su entrega.

A mi parecer, en el seguimiento de Jesús, surge una pregunta sobre qué nos toca a nosotros. Aceptamos la renuncia, pero esperamos obtener algo a cambio. Seguir a Jesús significa elegirlo y, en la práctica, conlleva abandonar muchas cosas. Para eso debes amarlo con todas tus fuerzas, para que aunque te cueste la renuncia, al final sea algo que has anhelado, porque tu amor hacia Él lo supera todo.

Hay gente como yo que se enamora y debe de renunciar a muchísimas cosas para estar con la persona que ha elegido para pasar el resto de tu vida. Yo dejé mi tierra, a la que añoro cada minuto del día, pero quizás lo que más me dolió dejar atrás fue mi familia. Para mi un sitio lo hace acogedor la gente que en él hay, así me pasa con la que siempre será mi casa, echo de menos mi familia tanto que a veces prefiero no ir para no tener que despedirme. Nunca me han gustado las despedidas.

Con Jesús pasa igual, el seguirle conlleva ese esfuerzo y sacrificio, esa entrega generosa y en silencio. A cambio el nos da todo, una vida plena, con intensidad pero sobre todo con sentido, fundamentada en la bondad, servicio y entrega a los demás. En esa forma de vivir amando a Cristo hasta el extremo, entregándome a Él, es donde mi interior ha encontrado la paz que buscaba.

viernes, 25 de mayo de 2012

¿Me amas?


   Hoy el  Señor ha sido un día de esos que me ha despertado dándome una lección magistral. Después de unos días a la deriva, me he levantado con la sensación que me entrego demasiado, que doy mucho amor, pero que a veces no recibo tanto. Sé que es egoísta, pero mentiría si dijera que no es lo que sentía. Tenía muchas ganas de descubrir que es lo que el Señor quería decirme hoy, porque alguien me dijo que el Evangelio era especial.  Cual es mi sorpresa al escucharlo  y meditar la reflexión, no me ha quedado más que decir... ¡Bendito seas Señor!
   Jesús pregunta tres veces a Pedro si le ama y eso me recuerda a las negaciones. Si tres veces negó también tres veces lo amó. El Señor quiere que Pedro se reafirme en su amor. Además su amor es tal que quiere que Pedro se perdone a si mismo por su traición hacia Él. No le pide explicaciones ni le reprocha nada. Al mismo tiempo, el Señor le dice reafirmando que lo quiere y que nada más importa, “Sígueme”.
   Así debo ejemplificar mi vida de cristiana. No importa el amor que reciba, lo importante es el amor que yo entregue a los demás. Nada de reproches ni de arrepentimientos. La capacidad de amar a los demás es un don maravilloso. Todos tenemos la capacidad de desarrollarlo pero la mayor parte de la gente lo desaprovechamos. Se trata de sacar lo mejor de cada uno. La entrega total al prójimo sin esperar nada a cambio. 
   Hago mía la frase de San Juan de la Cruz: “Que ya no tengo oficio, que ya sólo en amar es mi ejercicio”. Me quedo con la gran satisfacción de que amo tanto que esto a veces me lleva al sufrimiento.

jueves, 24 de mayo de 2012

La Unión Eclesial

   Con la llegada de Pentecostés estamos experimentando unos Evangelios preciosos, en los que Jesús reza a su Padre por el cuidado de nosotros, aquellos que formamos parte de la Iglesia, y que intentamos seguir a Jesús con su ejemplo de vida. Son unos días maravillosos e importantes, hasta este año no era consciente del significado que tienen, y eso ¿Por qué? pues es evidente, hasta no hace mucho no me sentía parte de la Iglesia, de esa gran familia que me ha devuelto las ganas de vivir. He sido una de esas personas afortunadas tocada por la gracia del Espíritu Santo, y tengo claro que no estoy aquí por casualidad. He conocido a Jesús porque es su deseo. Me ha elegido escuchando las peticiones de miles de personas que pedían porque otros muchos que no conocíamos a Jesús, llegásemos a amarle.
   Resulta muy consolador leer cómo Jesús pide por todos los que creerán en su nombre. Ante el Señor, y en su diálogo con el Padre, no están sólo sus apóstoles sino también todos los que entramos a formar parte de la Iglesia. En la oración de Jesús he descubierto la importancia de seguir rezando por todos los hijos de la Iglesia pero haciendo hincapié por aquellos que están llamados a incorporarse un día. Debo de pensar en toda esa gente que está en una situación límite como estaba yo, y necesitan de encaminar sus vidas.
   Jesús nos invita a amar incondicionalmente y a fortalecer los lazos de unión con nuestros hermanos, y así conseguiremos una unión más perfecta con la Santísima Trinidad. Estos días más que nunca oremos por la Iglesia, porque sin ella no somos nada.

viernes, 18 de mayo de 2012

Dios es mi Auxilio

  


   Hoy es un día de esos menos buenos, antes llamados rojos, en honor a una película, "Desayuno con Diamantes", que alguien me prohibió ver. A pesar de ello en mi cabeza no se repite más que "Dios es mi auxilio, y sostiene mi vida". Me ha costado coger aire y que las lágrimas pararan de recorrer mis mejillas para poder enfrentarme a mis niños, aquellos que en los peores momentos me hacen reír. Cuando es Dios quien guía tus pasos es fácil pasar de un sentimiento a otro en una décima de segundo, aprendes a relativizar los problemas y a entender muchos porqués que antes no tenían explicación. La Palabra de Dios es la mejor medicina.
   Es curioso como cuando Él te señala, te transforma de tal manera, que nada ya es igual que antes, cambian tus gustos y prioridades, así como la forma en la que los problemas afectan tu vida. No me importa tener momentos de tristeza, porque en esos momentos es donde más valoro la presencia de Dios en mi vida. Hoy mis lágrimas eran distintas, no era una forma de auto compadecerme, ni pensaba pobrecita de mí. Solo quería liberar la tensión contenida, al mismo tiempo que pedía perdón al Señor, por estar ofendiéndole. Sé que el me entiende, porque también consoló a su hijo en Getsemaní y me consuela en cada lágrima que brota por mi cara. Ya no estoy sola porque Él es mi refugio.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Dios = Vida


   El cambio radical de mi vida, no ha ocurrido solo porque ahora voy a misa y antes no. Hay veces que uno va a misa todos los días como una costumbre, lo mismo que comer o dormir. No tiene ningún significado. A mi me ha ocurrido algo muy extraño. El Señor ha inundado todas las facetas de mi vida, me he quedado tan enganchada a Él, que el día que no puedo ir a misa, ese día no me ha merecido la pena levantarme.

   Antes pasaba muchas veces por la puerta de la Iglesia, a veces entraba, otras pensaba ir pero siempre había algo que me echaba atrás. Creía que Dios estaba conmigo si me ocurrían cosas buenas, cuando empezaron los problemas me pasó como a muchos católicos, pensé que Dios se había olvidado de mí.  Era como si la acción del Padre fuera el mantenerme sana y con acontecimientos buenos. Cuando me puse mala y más tarde vinieron otros problemas empecé a pensar que Dios se había marchado, que no se acordaba de mí, y en momentos de desesperación lo llegué a ver hasta cruel. Pero jamás llegué a desvincularme de Él, siempre había algo que me hacía volver a casa del Padre. Aunque intentara revelarme algo dentro de mí me llamaba a regresar.

   Un día, quizás ya al borde de la desesperación volví a misa, quizás de forma egoísta y pensando que allí encontraría consuelo o que el Señor me ayudaría a resolver todo aquello que me atormentaba. Es verdad, fue así, pero no como yo imaginaba. No encontré una solución a mis problemas, lo que Dios me enseñó es que sufrir, es algo que es maravilloso si sabes que ese sufrimiento puede ayudar a otra gente. Cuando el Espíritu Santo inundó mi ser, me di cuenta que la vida terrenal es solo pasajera, por tanto también el sufrimiento, y que solo por estar con el Padre en la verdadera vida merece la pena cualquier tribulación con la que nos encontremos.

   Ahora hay días muy malos, y a veces en la Eucaristía estoy ausente, pero incluso en esos días necesito acercarme al Gran Banquete, y participar de su cuerpo y sangre. Allí soy consciente, que para alguien fui tan importante como para dar su vida por mí.

domingo, 13 de mayo de 2012

Amaos


   "Esto os mando: que os améis". Con estas precisas y preciosas palabras termina el evangelio de este domingo. Con esas mismas palabras se despidió Jesús de sus discípulos durante la última cena, momentos antes de subir a la cruz para entregar su vida por nosotros y para limpiar nuestras culpas.  Jesús es la medida del amor de Dios y el ejemplo a seguir. Todas las palabras de Jesús, todos los hechos de su vida tienen este sentido. Jesús es el amor de Dios hecho rostro humano. Porque nos amó de corazón, no como hacemos nosotros cuando queriendo imitar a Jesús pensamos: "voy hacerme la simpática con esta persona aunque no me caiga bien, porque es mi deber cristiano" El amor que nos manda Jesús es simplemente amor, no compañerismo fraternal. Es un amor que se arraiga en el corazón y lo manifiesta con su muerte en cruz: No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. 

   Cada día de mi vida me pregunto: ¿Por qué yo Señor?, ¿Qué es lo que hizo que te fijaras en mí cuando más lo necesitaba? Al borde del precipicio, pensando en que mi vida ya no estaba en mis manos, que solo me dejaba llevar por las circunstancias y acontecimientos. Cuando ya no salía ni esa sonrisa fingida y forzada, cuando mi corazón había dejado de reír, y se había acostumbrado a sufrir. Hay heridas que se quedan como tatuajes en el alma, son las yagas de Cristo reproducidas en nosotros y que debemos de llevar con orgullo.

   Ahora he aprendido a vivir coherentemente la fe que da una paz espiritual, una alegría y una felicidad que el mundo no me  puede dar, sabiendo que esas yagas me acompañarán durante toda mi vida y que debo convivir con ellas. Porque la felicidad del hombre está en el espíritu y la proporciona la comunión con Dios. Lo terreno es efimero, banal y sensitivo, y solo Él nos da la felicidad eterna.

sábado, 12 de mayo de 2012

AMAR SIN MEDIDA

"Este es mí mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos"



   Si tuviera que elegir una frase del Evangelio que definiera la esencia de todo cristiano, sin duda sería esa. El amor y la entrega gratuita, sin medida. La que nos da Él.  No pide nada que no nos haya demostrado con creces. Creo que cada momento de mi vida debo de ser consciente de que soy una elegida y que no puedo sin más rendirme y abrazarle. He sido elegida para ir y dar fruto, y que ese fruto dure. Es decir el ser elegidos por Él tiene que ir acompañada de la entrega generosa y libre de nuestra parte. Además, "responder a la llamada de Cristo" no significa solo hacer coincidir mi actuar, pensar y desear con su voluntad, sino que requiere un constante ejemplo de amor. Amor que confirmo día tras día en cada actividad de mi vida.

   Solo un amor constante a Él es auténtico. El amor a Cristo y su entrega a Él y al prójimo, es como el amor en el matrimonio: Si su amor no decae, sino que afrontan y resisten  las dificultades de la vida, a pesar de los golpes y de los ataques. Ese amor se fortalece, se purifica, se vuelve poco a poco más fuerte.

   Hay que amar hasta el extremo, como Él lo ha hecho. Eso implica vivir poniendo por delante, antes que todo el amor. Poner la caridad antes que nada, haciendo de ella nuestra principal motivación. Debemos examinar bien cada uno de nuestros actos para descartar de ellos cualquier otra motivación egoísta e interesada. Dice San Agustín: "Ama y haz lo que quieras"...no merece la pena hacer nada si en ello no hay AMOR.

martes, 8 de mayo de 2012

Mi Paz Os Doy



   Durante mucho tiempo a lo largo de mi vida, he buscado la paz y la felicidad, pensaba que era terrestre y material. Estar en paz para mí, era pasar una tarde en un sillón, tumbada con el mando de la tele, o leyendo un  libro. También la buscaba en lugares, decía ¡Qué estrés tengo!, necesito irme a la playita unos días a relajarme. Pero ni en esos sitios era capaz de rencontrarme con la paz.  Sí, en ciertos momentos me relajaba, aunque mi nerviosismo seguía ahí, muchas veces era incapaz de estar cinco minutos quieta. Sentía como con la felicidad, una paz momentánea que dependía de circunstancias artificiales y de hechos banales.  La paz era un sinónimo de falta de actividad y de preocupaciones con lo cual era imposible que tuviera paz continua.
   Hasta que no he leído hoy el Evangelio no me he dado cuenta de la importancia de esa frase pronunciada por Jesús, y que repetimos en misa sin ser conscientes de la importancia de ella: "Mi paz os dejo, mi paz os doy". Ahí reside la verdadera PAZ. La paz solo Dios nos la da. La paz de Cristo puede estar en nosotros en medio de una gran actividad e incluso en medio de las tribulaciones y los problemas, porque no es algo que nosotros busquemos. Dios nos la ofrece y nosotros si estamos atentos y sabemos sentir y escuchar, aceptamos. Justamente la paz de Cristo es que no tiemble el corazón que no se acobarde cuando las cosas no salen como queremos, o cuando encontramos las cruces en el camino. Es dejar que Cristo con su paz nos inunde.

domingo, 6 de mayo de 2012

La vid fructífera

   Hace no mucho, aunque parece que fue hace un siglo, comencé a sentir que mi vida se paraba, estaba totalmente sin rumbo. Me empecé a  preguntar sobre el sentido de mi existencia, y me di cuenta que estaba perdida en la vida y que las cosas que a todo el mundo le hacían feliz, a mi no me llenaban. Me sentía como ese sarmiento que se está secando, y que solo faltaba echarlo al fuego.

   Cuando empecé a descubrir que el verdadero sentido de mi vida estaba al lado de Dios, me di cuenta de lo que dice el Evangelio:

"Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada”.

   ¡Qué gran verdad! Ahora veo que sin Él no sería capaz de seguir adelante. Solo con la unión con Cristo y con  mi vida en la comunidad eclesial he sido capaz de rehacer mi vida, huir del pesimismo crónico y volver a la alegría. Después de confesar un día y otro día y al fin contar aquello que me atormentaba, he ido notando como la savia fresca de Jesucristo iba haciendo que brotara mi interior y que todo empezara a cobrar sentido. Empecé a sentirme como el sarmiento que da fruto en abundancia, e intento que ese fruto pueda ser aprovechado por otra gente.

Me siento orgullosa de ser cristiana, y quiero no solo proclamarlo, también demostrarlo. Quizás por medio de mis obras acerque a otras personas al Señor. Como diría San Pablo:

“Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.”

viernes, 4 de mayo de 2012

El Padre y el Hijo

    
   Dice Jesús: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí". La cuestión es ésta, si no conoces a Jesús entonces no conoces al Padre. Mi siguiente pregunta es: ¿Conocemos a Jesús? ¿Dónde lo buscamos?

   Para mí conocer a Jesús significa seguir su Palabra y cumplir sus mandatos. He hablado muchas veces de la necesidad de Oración para conocerle, y como ella nos hace entrar en intimidad con Él. El siguiente paso es buscarle allí donde se quedó para que pudiéramos tomar su cuerpo y su sangre, y así nos dejó la posibilidad de participar de la salvación. Pero además de ahí, lo vemos todos los días a todas horas, en cada persona y en cada lugar. En es esa pequeña gota de rocío que cae de las hojas. En los rayos de sol que entran por la ventana. En el murmullo de las hojas que el viento mueve.

   Yo personalmente lo veo cada día y a todas horas en mi trabajo. Hoy en un niño, que no me miraba a los ojos por vergüenza y me contaba como una chica le hacía sufrir. En el niño hiperactivo que se acercaba cada 5 segundos a mi mesa para que le ayudara en el examen. Estoy convencida que al lado que alguien que sufre por cualquier circunstancia, está Él, ayudando a llevar su cruz. Y cuando les ayudas y compartes con la persona el sufrimiento, ayudas a Jesús a llevar su cruz, que al fin y al cabo es la nuestra.

   Si alguien le preguntara porqué Él es EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA, Jesús le contestaría: Yo soy es el camino que lleva al Padre, la verdad de todo lo que él es, y la vida que alcanzaréis cuando participéis de mi muerte y resurrección.

martes, 1 de mayo de 2012

Escuchar al Pastor


Todos los días te doy gracias, Dios mío, por ser una de las ovejas del Evangelio que han escuchado tu voz. Es cierto que bajo tu  amparo me siento protegida. Las cruces además de tener sentido, pesan menos, porque llevaste tu cruz y ahora te encargas de llevar las mías.

Al escuchar tu voz y seguirte, mi vida adquirió gozo y plenitud. Se llenó de sentido. Estaba inerte y revivió. Ahora sé que aunque mi cuerpo perezca, tengo vida eterna a tu lado. Soy una oveja entre tus brazos, me dejo abrazar por ti y llevarme donde tú creas que debo ir. Aceptando, aquello, que pienses que debe acontecer en mi vida. Sin duda, he necesitado cruzar el desierto para llegar al oasis. A ese remanso de paz que solo tú me das.

Sé  que eres mi Pastor y cuidas de mí, antepones tu vida a la mía. Te ofreciste en el sacrificio de la cruz para salvarme. Pero, ¿qué he hecho yo para merecérmelo? Me llamabas y no te quería oír, salías a  mi encuentro y huía. Pero tú no desististe. Sabías que volvería a ti, como oveja descarriada, sedienta y hambrienta de ti. No me hiciste preguntas, no me pediste explicaciones. Me consolaste y me devolviste el aliento perdido.

Ahora intento no despistarme ni perderte de vista , Buen Pastor. Seguirte y abandonarme en tus brazos. Solo yo me puedo separar de ti, nada ni nadie puede obstaculizar el camino que me conduce a tu lado, durante toda la eternidad.

 Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna...