Al escuchar tu voz y seguirte, mi vida adquirió gozo y plenitud. Se llenó de sentido. Estaba inerte y revivió. Ahora sé que aunque mi cuerpo perezca, tengo vida eterna a tu lado. Soy una oveja entre tus brazos, me dejo abrazar por ti y llevarme donde tú creas que debo ir. Aceptando, aquello, que pienses que debe acontecer en mi vida. Sin duda, he necesitado cruzar el desierto para llegar al oasis. A ese remanso de paz que solo tú me das.
Sé que eres mi Pastor y cuidas de mí, antepones tu vida a la mía. Te ofreciste en el sacrificio de la cruz para salvarme. Pero, ¿qué he hecho yo para merecérmelo? Me llamabas y no te quería oír, salías a mi encuentro y huía. Pero tú no desististe. Sabías que volvería a ti, como oveja descarriada, sedienta y hambrienta de ti. No me hiciste preguntas, no me pediste explicaciones. Me consolaste y me devolviste el aliento perdido.
Ahora intento no despistarme ni perderte de vista , Buen Pastor. Seguirte y abandonarme en tus brazos. Solo yo me puedo separar de ti, nada ni nadie puede obstaculizar el camino que me conduce a tu lado, durante toda la eternidad.
Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna...
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