Os rescataron a precio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto
Un día paré y miré mi reflejo en Jesús, entregando su vida por mí, me ha liberado de la esclavitud que hacía que mi corazón corriera detrás de bienes efímeros, sintiéndome siempre insatisfecha. Me ha enseñado la finalidad de la existencia y el porqué de las tribulaciones y los acontecimientos que en esta vida terrenal vivo. Y al ser liberada puedo realizar lo que para el mundo es inútil, sin valor, y que, sin embargo, he de reconocer que llena de sentido mi existencia, seguir a CRISTO.
Dice el Apóstol: “amaos unos a otros de corazón e intensamente”. Así lo intento hacer cada día. En este mundo loco en el que vivo, hoy más que nunca, me siento absolultamente afortunada. Me he cruzado con gente, que ante la desesperación de una situación, sientes que su corazón grita auxilio. Solo puedes escucharlas y en algunos casos abrazarlas. Eso hicieron conmigo un día, y para mi significó la luz al final del túnel. A veces unos oídos atentos y unas palabras de consuelo son un mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario