ROTA Y ENTERA

El Señor nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas tus fuerzas. Las palabras que digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.







jueves, 24 de mayo de 2012

La Unión Eclesial

   Con la llegada de Pentecostés estamos experimentando unos Evangelios preciosos, en los que Jesús reza a su Padre por el cuidado de nosotros, aquellos que formamos parte de la Iglesia, y que intentamos seguir a Jesús con su ejemplo de vida. Son unos días maravillosos e importantes, hasta este año no era consciente del significado que tienen, y eso ¿Por qué? pues es evidente, hasta no hace mucho no me sentía parte de la Iglesia, de esa gran familia que me ha devuelto las ganas de vivir. He sido una de esas personas afortunadas tocada por la gracia del Espíritu Santo, y tengo claro que no estoy aquí por casualidad. He conocido a Jesús porque es su deseo. Me ha elegido escuchando las peticiones de miles de personas que pedían porque otros muchos que no conocíamos a Jesús, llegásemos a amarle.
   Resulta muy consolador leer cómo Jesús pide por todos los que creerán en su nombre. Ante el Señor, y en su diálogo con el Padre, no están sólo sus apóstoles sino también todos los que entramos a formar parte de la Iglesia. En la oración de Jesús he descubierto la importancia de seguir rezando por todos los hijos de la Iglesia pero haciendo hincapié por aquellos que están llamados a incorporarse un día. Debo de pensar en toda esa gente que está en una situación límite como estaba yo, y necesitan de encaminar sus vidas.
   Jesús nos invita a amar incondicionalmente y a fortalecer los lazos de unión con nuestros hermanos, y así conseguiremos una unión más perfecta con la Santísima Trinidad. Estos días más que nunca oremos por la Iglesia, porque sin ella no somos nada.

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