Oigo la algarabía de la gente por las calles, las risas y la música, todos están contentos, es carnaval. Se preparan para el desfile de carrozas. Es algo que me parece muy raro, estando en Cuaresma ya no debería celebrarse el carnaval, pero supongo que esto es una percepción personal. He bajado a hacer unos recados, y todo el mundo me pregunta lo mismo que ayer: ¿de qué te vas a disfrazar? De mí misma, contesto yo. Como ya sé lo que piensan a continuación añado, soy sosa, no me gusta el carnaval ni disfrazarme. Antes cuando veía a la gente disfrutar de ciertas cosas y pasárselo bien, mientras en los mejores casos, yo fingía hacerlo, me sentía muy vacía por dentro. Quería ser "normal", hacer lo que la gente corriente hace, pero haciéndolo no me hacía feliz.
Ahora la verdad es que me da igual, sé lo que me hace feliz, espero el Rosario y la Eucaristía de esta tarde. El desfile pasará por la puerta de mi casa, no sé si me asomaré a verlo por al ventana. También sé que en el termino medio está la virtud, y que se pueden tener ambas cosas, pero desde que supe lo que me hacía feliz, lo demás se me queda grande. La verdad, a veces pienso que el mundo se me queda grande, y que aunque deseo con todas mis fuerzas poner los pies en tierra firme, en la montaña se está muy bien. Disfrutad de vuestro sábado de la forma que más os apetezca, pero siempre dejando que el Señor sea el centro de todo lo que hagáis.
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