ROTA Y ENTERA

El Señor nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas tus fuerzas. Las palabras que digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.







lunes, 4 de febrero de 2013

Mi Oración Particular

   Llevo dos tardes innovando en la oración. Hace tiempo que sentía que algo fallaba en mi oración, había veces que se quedaba coja, le faltaba mi toque personal. Ayer pensé después de la última reunión en la que hablamos de la oración, ¿y por qué no profundizar más en la Palabra del Señor? Ayer me fui antes a mi parroquia allí en el silencio, sientes a Dios muy cerca, las palabras fluyen, me llevo una libreta, me encanta escribirlo para luego saber que me decía ese día el Señor.

   Hoy me he ido a una capilla muy especial, la del convento de mis amigas las Carmelitas, madre mía como se pasa el tiempo cuando estás como en casa. Allí me decía Jesús, ¿qué piensas que no tenías también una legión dentro de ti? El pecado es como esos demonios, se meten en tu alma y te hacen enloquecer, uno te lleva a otro, y pierdes el rumbo, ni las cadenas te pueden sujetar. Solo tienes que querer curarte y el no acercarte humildemente a pedir perdón a Jesús se llama cobardía, miedo, orgullo...medita en tu interior y llámalo por su nombre. Solo tu estableces distancia con Jesús y solo tú eres el que no te perdonas tus pecados, Él lo hace desde el primer momento que sientes que le has fallado.

   Luego me he dado cuenta de otra cosa, la reacción de la gente, ¡No se alegran! Madre mía al pensarlo me he sorprendido, ¿cómo no pueden alegrarse del bien de un hermano? ¡Se preocupan por unos cerdos! Esto me ha hecho meditar sobre las prioridades de la vida, sobre el servicio a los demás y el poner al prójimo por delante de ti. Ya sabéis no todo el que dice ¡Señor, Señor! entrará en el Cielo.

   Lo tercero que he meditado es la alegría de ese endemoniado, le dice a Jesús lo dejo todo y me voy contigo. Pero el Señor sabía que no era esa su misión en la vida. Cuántas veces nos planteamos nuestra misión en la vida, aquella que Dios tiene pensada para nosotros. Yo me quedo con la alegría, esa a la que aspiro a sentir siempre ante cualquier circunstancia, no de boquilla sino de corazón, para mí, ese es el abandono total en sus brazos. Os dejo la despedida que he hecho en esa capilla:

Me voy Señor, pero siendo consciente que no te quedas en ese Sagrario, sino que te vienes conmigo, hazme el mejor Sagrario viviente para ti, transmitiéndome la fortaleza y la alegría diaria. 

Os dejo con el Señor, que atardece...

No hay comentarios:

Publicar un comentario