Desde mi conversión me sigue sorprendiendo la fuerza y la atracción que produce un Sagrario, y más aún, el Santísimo cuando se expone. Estaba en primera fila. Desde allí no hay nadie que te pueda quitar ni un ápice de la visión. Es extraño, normalmente me pongo a hablar con Él, le doy las gracias, le pido mucho. En general, por personas que sé que lo necesitan y en particular, siempre pido lo mismo: Señor, dame un corazón puro y una mirada limpia como la tuya. Ya sé que eso es casi un imposible, pero hoy Jesús me decía a mí concretamente: Pedid y se os dará.
Hoy no le pedía nada, no sé que me ha pasado me he quedado fijamente contemplándolo, aún me sorprende y me maravilla pensar que ahí cada día y en millones de lugares del mundo, Cristo se hace presente para vendar nuestros corazones. Es casi increíble lo cerca que está. ¿No os pasa qué os da vértigo de solo pensarlo?
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