Así dice el Señor:
«Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino
después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que
dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que
sale de mi boca: no volverá a mi vacía, sino que hará mi voluntad y
cumplirá mi encargo.»
Señor convierte mi alma en un terreno fértil que al recibir el agua de la lluvia le sirva para que la semilla que hay en ella fructifique en un árbol de hermosos frutos, y que esos frutos sirvan de alimento para el alma de otra personas. Solo temo algo Señor que me convierta en esa tierra reseca e improductiva que no sirve para nada, y que queda abandonada. Dame la capacidad esta Cuaresma de ofrecer a cada persona que se acerque un trocito de ti, con mi ejemplo de vida, que a través de ella conozcan y vivan tu Palabra, Señor. Quiero ser un pobre instrumento en tus manos, que mi voluntad sea la tuya. Así sea
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