Sentirse pequeña, Señor, ante los obstáculos diarios. Sentir que no soy capaz de superarlos. Todo tenía una explicación que por mí sola no lograba comprender. Te había desplazado de mi vida Señor, y me sentía autosuficiente. De repente me vi como una atleta que va a realizar ese gran salto de altura, pero lo ve tan enorme que se queda paralizada ante él; no me daba cuenta Jesús, que Tú eras la pértiga con la que iba a coger fuerza para lograr superarlo.
A veces, Señor, no soy consciente de que tú me amas como soy, eres el único que no juzgas ninguno de mis actos, solo me infundes amor y perdón. Sabes mis limitaciones y como una y otra vez tropiezo en las mismas piedras. Pero a Ti te da igual. Así mil veces caiga, mil veces me levantarías. Que sea capaz Señor de sentir esa fortaleza que me infundes, dejando que ocupes el centro de mi corazón. Ahora barro de nuevo, moldéame para ser una vasija en la que puedan beber los demás. Ayúdame a entregarme con humildad a cada persona con la que me cruce; y así que se vayan con una sonrisa después de haber coincidido conmigo. Así Sea
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