Comienza la Cuaresma, tengo que decir que es un época que me gusta mucho, esa renovación a la que somos invitados es maravillosa. "Arrepiéntete y cree en el Evangelio". Época de reencontrarse con Dios y ser consciente de la lacra y miseria de esos pecados que el Señor nos perdona pero que nosotros no somos capaces de perdonarnos. El otro día me di cuenta de eso. Hay veces que el Señor reaviva algún pecado que oculto ni se te había pasado por la cabeza. Fue un comentario que me hizo mi madre de una charla a la que asistió la que me recordó aquel pecado. De repente fue como si una pesada losa cayera sobre mi alma, sentía desesperación y solo pensaba en el daño causado inconscientemente. Hasta que hablé con mi director espiritual permanecí angustiada, no se iba de mi cabeza. Él me dijo, que algo que había hecho en mi antigua vida sin ser consciente de su gravedad, no lo convertía en pecado mortal. Pero me dijo algo precioso: Pregúntate por qué el Señor lo ha desenterrado ahora de tu mente. Yo me quedé mirándolo no entendía que me quería decir. Y ya me aclaró que aunque no fuera pecado mortal, podía hacer algún tipo de penitencia que yo eligiera, para restituir el mal por el bien, y que mi entorno de trabajo, era el ideal. Después de pensar un buen rato la solución saltó a mi mente, ¿qué mejor sacrificio de quitarme dos de mis huecos para reforzar la lengua a dos chicas musulmanas que no se llegan a enganchar a nuestro idioma?.
La cuaresma se fundamenta en tres pilares: oración, ayuno y caridad. La oración se como voy a reforzarla, estos días en los ejercicios a los que asistí nos explicaron muy bien el método de la "lectio divina", eso es lo que haré todos los días, porque me di cuenta que la liturgia de las horas es de gran importancia, pero mi alma necesita nutrirse de un conocimiento y profundización de la Palabra de Dios. Allí está la fuerza y las respuestas de cualquier cristiano. El ayuno no hace falta explicarlo mucho ¿verdad?. Y las obras de caridad es otra de las facetas que puedo desarrollar perfectamente en mi lugar de trabajo, aunque también tengo pensada otra que me cuesta mucho por pereza pero que es un obra de caridad excelente, la visitas a esas personas que se sientes solas.
Tengo que deciros que los ejercicios me fueron fenomenal, en ese antiguo convento, durmiendo en una celda donde la humedad salía de paredes y suelo, y donde no puede quitarme el abrigo ningún día, me encontré conmigo misma, y el Señor me iluminó y dio respuesta a muchos interrogantes. Os dejo una foto de mi celda, allí donde me di cuenta que solo el Señor te da la felicidad y que lo demás es superfluo y sin importancia.
A mi también me gusta la cuaresma. Es siempre un tiempo nuevo si se vive intensamente. Un saludo!
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