ROTA Y ENTERA

El Señor nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas tus fuerzas. Las palabras que digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.







lunes, 9 de abril de 2012

Alegraos

                    ·   Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron
             los pies...

           · Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais...

   Encuentro dos cosas en común entre los guardias y las mujeres: ambos se encontraron con el sepulcro vacío y corrieron a Jerusalén. En cambio sus actitudes son  muy distintas ante la Resurrección de Jesucristo.

   Por un lado las mujeres Su amor las lleva al lado del sepulcro a cuidar el cuerpo sin vida de Jesús. Allí no yace ya, y al encontrárselo se postran ante él, llenas de júbilo, y haciendo lo que Jesús les dice corren a anunciar la Buena Nueva:

 «No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.»

   Los guardias, van corriendo a comunicar a lo sumos sacerdotes lo que han visto. Pero ellos no pueden permitir que se sepa en el pueblo. Les compran por una suma de dinero, para que digan que el cuerpo ha sido robado. Los guardias sabían perfectamente que nadie había entrado allí, para eso habían estado en vela vigilando el sepulcro.

   Yo creo que esas actitudes se encuentran hoy en día aún. Aquellos que están ciegos y no son capaces de ver a Cristo Resucitado, o lo que es peor, lo niegan. Se venden por otras cosas en la vida, por otros dioses mucho más cómodos de idolatrar y que están más de moda. Venden así su dignidad, su libertad e incluso su salvación.

  La actitud de esas mujeres es un ejemplo a seguir, y es que creo que no basta ir a la playa para mojarse. Hace falta ponerse el bañador y sumergirse sin miedo en el agua, penetrando en las profundidades del mar. Espero que esta “Pascua” pase por mi vida y  no me deje indiferente, que me libere y me transforme. Que me haga superar mis fobias y me haga consciente de que la cruz es pesada solo si la llevo sola. Me postraré de rodillas delante de Jesús y le adoraré, pidiéndole que me ayude a ser testimonio de alegria y fe para todos, sobre todo para los que menos me quieren o alguna vez me han hecho daño. Ese es el mejor regalo para Cristo Resucitado.




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