Hoy les explicaba a los niños los oráculos en la mitología
griega. Ellos se quedaban extrañados, ¿Cómo los dioses respondían a sus dudas?
La verdad es algo sorprendente que desde la antigüedad el hombre haya
necesitado ayuda divina para responder sus inquietudes. A mi no me extraña
desde hace unos meses no hago más que preguntar al Señor mis dudas, aunque hay
que estar dispuesto a escuchar su respuesta.
Hace unos días
llegó una oportunidad única a mis manos. Creo que nada llega por casualidad y
eso es evidente. Nunca suelo hacer mucho caso a los correos que me mandan de
información sobre las plazas convocadas. Pero algo de ese correo llamó poderosamente mi atención. Hace dos cursos me acomodé en un lugar
y por mi mente no pasaba el cambiar ese lugar. Me sentía a gusto y en mi sitio.
Todo esto era antes de que volviera a nacer en esta nueva vida que me ha
brindado Dios. Ahora me siento distinta y me planteó cosas que antes ni me
imaginaba. Sé que es una plaza complicada, que me traerá muchos quebraderos de cabeza, más disgustos que alegrías, y en cambio, me siento muy atraída hacia ella.
Hoy leyendo el
Evangelio me preguntaba sobre esta cuestión. Sé que el puesto de trabajo no
importa para seguir a Dios, en cualquier sitio puedes servirle. Pero desde que leí ese correo me
he planteado muchas cosas que antes no pensaba, ¿Cómo sé que es algo que viene de Dios o solo es un deseo mío?
No sé si me explico con claridad. ¿Es mi deseo el cambiar de sitio por
determinadas circunstancias o realmente es Dios quién piensa que podría ponerme
al servicio de los demás de esa forma? Es una pregunta muy difícil. Y más si en
la esfera de decisión se ven afectadas la gente de tu alrededor, y cuando sabes
que su reacción será negativa ante ese cambio.
Creo que me gustaría enfocar mi vida de otra forma el problema es encontrar esa fórmula que se ajuste lo máximo posible a mi situación.Tampoco quiero que esta decisión me perturbe. Estoy segura que
Dios proveerá lo que debo hacer, así lo hace siempre...
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