ROTA Y ENTERA

El Señor nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas tus fuerzas. Las palabras que digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.







miércoles, 11 de abril de 2012

Quédate porque atardece...

  Camino de Emaús, los discípulos hacen el paso de la oscuridad a la luz, de la ceguera a la visión. Primero el Señor les descubre el valor de las Escrituras, porque no ha ocurrido nada que no se haya dicho desde el principio de los tiempos: "Mi servidor triunfará: será exaltado y elevado a una altura muy grande...Él fue traspasado por nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades" (Is.52,13-53,12).  
   Les explica el sentido de la vida y muerte del Mesías, así como su resurrección. Pero ellos no logran reconocerle, aunque algo tuvieron que sentir cuando le dicen: "Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída”. Fue un gesto hospitalario hacia una persona, pero yo creo que a la vez, no querían que la oscuridad les venciera en la batalla.
   Cuando se sentó en la mesa, sus dudas se disiparon, y se les cayeron las vendas de sus ojos. Lo reconocieron con la bendición y cuando repartió el pan.
  
   Y Él se quedó, pero no solo en ese instante, les mostró que iba a estar con nosotros, presente toda la eternidad. La primera Eucaristía de Jesús, con su Palabra y con su cuerpo y  sangre. Nos enseña que la fraternidad y la unión de la Iglesia con Jesús, se encuentra en torno a la mesa, compartiendo el alimento para el alma y el cuerpo.
   Así quiso quedarse entre nosotros, de esta forma sencilla y cotidiana, de forma humilde, igual que vivió. Llevó una existencia terrenal ejemplar. Del mismo modo que nos enseña a nosotros, no solo de palabra sino con hechos, como debemos alcanzar una vida plena.
  Por eso, le pido perdón al Señor por todas esas ocasiones que he pasado  indiferente delante de Él, por las veces que me he hecho la tonta, que no le he oído, o que no le he querido conocer. Y le doy gracias, porque nos ha dejado el "Pan de Vida" y porque cumple fielmente su promesa: «yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo»

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